Jorge Chicati Copyright

sábado, 10 de mayo de 2014

Encabronado!



Domingo 4 de mayo del 2014.
9:12 am.

Ando enojado, molesto, tal vez encabronado.
Hoy decidí sentirme así y es difícil dar la vuelta. La soberbia también pide su momento de gloria y su turno dentro de las vueltas de la vida. Ciclos, benditos ciclos que hacen que la vida no sea aburrida. Siempre moviéndose, siempre moviéndome.


Chocando piedra contra piedra, chocando soberbia contra soberbia. Hasta que alguno se rompa, hasta que alguno deje de pelear.

Hoy peleo todas las batallas pendientes. Hoy vuelven a mí los recuerdos de personas con las que las cosas no han salido o parecen no estar saliendo bien.

Promesas incumplidas que se vuelven válvulas abiertas de mi energía, personas que tienen todo el tiempo del mundo mientras yo intento caminar rápido.

Donde están los resultados de mis escritos? Donde está el libro en el que he puesto tanto de mi? No sé, tal vez siga archivado, guardado en alguna computadora igual como se guardan ahora las fotos que casi nunca se ven.

Enojado de solo recordar que aun teniendo conocimiento, no sé cómo hacer para ponerlo en práctica. Cerrar ciclos, sacar la basurita, cerrar válvulas que me desgastan, pero -siempre el pinche pero- iluso y tonto de mí, no puedo gritar fuerte y hablar con claridad pues al final todo son paros que la gente me hace y no me siento ni puedo tener derecho a bajarles la energía aun cuando yo sienta que mis reservas están al límite.

Físicamente me siento cansado, cansado de todo, de luchar contra corriente, contra un mundo que tal vez no comprende mi forma de ver la pinche vida tan chingona que a veces logro ver cuando atravieso, los programas con los que los “normales” ven.

No necesito mucho este día, solo quisiera cerrar mis ojos y descansar, pero no se puede. Metido en una sociedad donde todo es dinero y los compromisos nacen de la relación con los demás; el escapar cerrando los ojos solo es crecer mi diario conflicto pecuniario pero no mi conflicto emocional.

Conmiserándome del como me siento, busco la salida a mis emociones, pero la soberbia es una puerta con doble cerradura y me cuesta trabajo dar para atrás. La comunicación se vuelve un “adivinen lo que quiero” y la solución se aleja más y mas mientras la piola de la soberbia se jalonea, se estira intentando romperse para así dejar de sentir esta presión que no me pertenece pero que está aquí dentro de mí.

Soy mi mejor amigo y mi peor enemigo.

Dice la canción: ningún hombre es mi enemigo, mis propias manos me aprisiona…amor rescátame!

Y el amor es algo que no puedo ver al vivirlo,  pero cuya ausencia me lastima.

Llamadas sin contestar, mensajes que no tienen un acuse de recibo y un silencio que se convierte en los gritos de mi mente diciéndome: eres un pendejo!


Hoy estoy molesto y la tristeza comienza acercarse para alimentarse de mis despojos, de las pocas miserias, que aún quedan del desafiante aquel que todo lo resolvía con las fugas geográficas, con sus desplantes de poder, con golpes y terapias del miedo.


Hoy solo me aisló y dejo de jugar las rutinas que no quiero hacer con mi carota de encabronado, me vale madres que después me vea presionado por la falta de “paguita”.

No tiene paga,
Mayu takin,
Gastii guelto,
Egui turi caeta tomi,
Jodido pero contento.

No hay dinero pero todo bien.

Los problemas más grandes no son físicos -decían mis maestros- los problemas más grandes son en el metafísico del ser; en su mente, en sus emociones, en su espíritu. Lo sé y la solución también la sé ó creo saberla, pero de la teoría a la práctica hay mucha distancia.


En mi mente los vacios de comunicación y las imágenes de personas que son importantes para mí, aunque pareciera que yo para ellos, solo soy: la piedra en el zapato.

El pinche loco a veces vocifera, pero su voz no se escucha, sus palabras se quedan ahogadas un poco antes de llegar a su garganta.

El loco que pide lo tomen en serio, pues la soberbia así se lo exige, mientras el sentido común hace que los demás tengan la razón.

Loquito pero ni tan pendejo, voy intentando los remedios caseros que aprendí en el camino de la vida, intentando aplicar los conocimientos que me regalaron los maestros que encontré en los cruces del destino, los conocimientos que las plantas mágicas me enseñaron, todas las herramientas al asador.

Hoy no usare las emociones para pintar nada, hoy guardare los “pinceles mexicanos” y la mochila con mis botes de pintura se quedara encerrada en algún baño que usamos de bodega. Hoy me rebelo a seguir por un camino que no me da los resultados que yo deseo: sentirme bien para regalar sonrisas sinceras, para dar mensajes que yo me aplico primero en mí.

Hoy, con mi ausencia honrare y respetare a los clientes y a los que admiran las bendiciones que el jefito puso en mis manos.

Dormir, dormir, dormir.


Que mis guardianes guíen mi espíritu a algún lugar del cielo, donde los ángeles reparen espíritus lastimados. Un lugar donde no tenga que luchar para ser mejor que nadie, un lugar cuyo platónico y armonioso propósito solo sea el estar bien y no hacer daño a nadie ni a mí mismo, pues cansado estoy de eso que ha sido mi pan de cada día.


Ya quiero regresar a casa, pues mi estúpida mentecita no comprende que la vida es de lagrimas y risas, que son unas de arena por las que van de cal, que no es como yo quiero, sino como el jefito quiera.


Solo por hoy, aquí y ahora.


Cansado y ya menos molesto.

Hoy no salí, solo me quede aquí, a cuidar a mi bestia, a consentirla, a evitar que explote allá afuera con las personas que van a trabajar o a divertirse al lugar mágico llamado Puerto Nuevo.

Desde aquí puedo ver el estacionamiento lleno de carros, pensé en irme a Ensenada o tal vez a Playas de Tijuana, pero no quiero alimentar más mi obsesión, mi enfermedad del alma.

Otra base por bola, otro juego regalado, otra historia para contarse entre las muchas pato aventuras.

Dormir, dormir, dormir, y el sueño no llega, el día apenas va a la mitad. 

Nadie es culpable de lo que siento, yo soy el verdadero y único responsable de lo que me pasa por no saber manejar la mente, el cuerpo y el espíritu que me fue dado para vivir esta experiencia llamada vida.

Esto es la vida: ayer risas, hoy coraje y lagrimas, que igual solo son mi miedo al fracaso.

Júntate con los triunfadores –dijeron- y el mundo está lleno de fracasados y triunfadores que van relevándose en las posiciones. Igual que yo; ayer reía y publicaba “La pura vida”, manifestando alegría, gozo y hoy escribo esto completamente opuesto.

Uno más, uno menos, así se suman mis fracasos y triunfos.

La máxima que guía mi vida, se vuelve hacia mí y me recuerda una por una sus palabras: la felicidad no es una meta, la felicidad es un camino.

Que cada uno tenga un excelente día, como quiera que lo entienda.

Dormir, dormir, dormir.

sábado, 3 de mayo de 2014

La pura vida!



Puerto Nuevo Baja California,
Viernes 2 de Mayo de 2014.
-Hey! Qué rollo con tu viaje?

-Viaje? Se me mueve el piso, es un efecto que siento después de estar en la panga. Es como si mi cuerpo siguiera balanceándose sobre olas invisibles, sobre maruyos tan invisibles que ni siquiera mi mente los puede ver.

Exceso de adrenalina? No sé, puede ser…
Estar ahí dentro, pasar mas allá de las olas y sentir que somos nada frente a las grandes aguas. Es un gran ser vivo, respirando, viviendo en todos los seres que lo componen.

Cuántas imágenes se podrían obtener para ver como tiene muchas líneas y curvas, que hay juegos de ondulaciones que cada día le cambian la forma de su piel.

El gran océano del cual ni siquiera comienzo a tocar su cascarita.

Hay un punto en cada ida a pescar, es ese el momento donde y cuando siento mías mis emociones. Un momento en el cual mi ser se va paseando a través de mis ojitos míos de mi sobre las aguas cuyo reflejo del cielo, algunas veces logro ver.

Cuando el sol está alto, miro el agua y en los colores a veces verdes, a veces azules, y viniendo de abajo para arriba, unas líneas de luces parecidas en su forma, a las que hago yo, cuando pongo los rayos del sol de color blanco, en alguna esquina de mis paisajes.

A veces, la sombra de mi cabeza sobre el agua, parece estar rodeadas por rayos de luz, algunas veces de algún color.

Adentro hay ruidos, muchos ruidos… los ruidos del mar.
Hoy se escuchaban muchas ballenas lejos, mi compa podía verlas, yo soy corto de vista y no tenía mis gafas. Pero pude oírlas. Como un zumbido producido por agua y aire. Como un gran rugido acuático.

Manchas de lobos pescando su alimento. Hartándose hasta quedar flotando y con la cola saliendo del agua, como estar panza arriba, con alguna almohadilla bajo la cabeza, las aletas imaginarias, cruzadas por atrás y entre la nuca y la almohadilla.

De a jefes!
Bien llenitos, los lobos.


Hoy los vi talonearle! Es decir, hacer algo por atrapar a sus presas.
Fácil era una manchita de más de veinte, tal vez más. Un chingo compa! Un ruidero que tenían. Les caímos para invertir los papeles. Normalmente ellos llegan cuando estas pescando, te ganan con el pescado cuando vas subiendo la piola, tienes que tener bien agarrada la caña, te la quita!


En las redes no se diga, los lobos ya no batallan, dejan las puras cabezas. Venganza!

Hoy les caímos, dejamos que ellos nos dijeran donde estaba el pescado no fuimos los únicos, ya les habían caído un buen de gaviotas. Algo les toco, de oquis no estaban. También son muy escandalosas cuando de comer se trata.

Buscando las boyas que nunca encontramos, nos topamos con esa fiesta y decidimos participar. Hoy había mucho pescado. Para donde tiráramos, picaba el pescado.


-Mira un pajarito, anda perdido el güey! – Exclamó  Sergio –.
Al principio no lo logré ubicar, hasta que pasó volando cerca de mí, se paro por un momento en la panga. Estuvo solo unos segundos parado en la borda de la panga. Después voló hacia tierra. Iba ágil, rápido y alejándose de nosotros.

Tal vez solo necesitaba tomarse un pequeño descanso para volver el camino, andaba muy lejos de sus terrenos. Tal vez venia huyendo de la quemazón.

Los cerros siguen quemándose. Desde el mar se pueden ver varios puntos en donde sigue saliendo humo. Por un rato se hizo una gran humareda, parecía que se volvería a avivar pero solo fueron unos minutos. El fuego sigue avanzando, ya más lento pero sigue dándole para adelante.


Es la historia que mi ser registra.


Una gran fiesta mar adentro, aunque no tan adentro, pasando las olas, ahí namas.

Como dicen los de a pie, márquelo con el edificio y las antenas, el camino que sube al cerro y las casas, con la punta de los dos cerros.

Para saber dónde dejan sus redes o dónde hay pescado marcan sus coordenadas alineando a pura vista dos puntos de cada lado. Normalmente solo son dos lados. Es una bahía así que se pueden tomar datos de los lados y de enfrente. Así le hacen los de a pie, los de a puro pelo!


Los de a caballo dicen: lo marco? Y sacan su GPS y pos…ahita! -Dijo la que se cayó – pa’ que lo vean! Solo aprietan un botón y ya está, lo demás es solo meter datos para recordar que chingados marco uno.


Ya merito vamos por uno. Primero Dios. Para no batallar dejando el ancla, para no perdernos cuando las olas nos hacen no encontrar las boyas. A veces hay neblina y no deja mirar tierra, no se pueden ver los puntos que marcan las coordenadas. A puro cálculo, son muchas vueltas.

A veces me olvido de todo y dejo que mi mente abra el cofre de la fantasía. Veo los grandes y largos sargazos, viniendo desde abajo, moviéndose al ritmo de la corriente, los rayos de sol tocándolos y  metiéndose para calentar un poquito y alejar  la fría oscuridad.

Peces entre los sargazos, muchos tipos de peces, muchos seres vivos que no sabría como llamar. Sólo estoy ahí imaginado historias y paisajes en azul y verde y que nunca he visto. Siempre imaginado al gran pez que muerde el anzuelo.

Hay tanto tiempo de pesca que a lo mejor un día me daré cuenta de que se trata realmente. Igual y un día logro ver el agua sin que mi mente se vaya a otros lados o le dé el ataque ó el síndrome “allá en Vegas”.

Intento abrir los ojos para ver si puedo ver: el cielo, la tierra, el agua y el fuego.

Sólo sigo aquí viajando en la vida, en esta nave ecológica que nos lleva en el tiempo y en el espacio. Disque en cuarentena. Quesque un virus de la memoria, quesque tamos muy pendejos porque siempre nos andamos chingado unos a otros, quesque somos muy pinches soberbios, quesque no controlamos nuestras emociones, quesque, no sabemos respirar adecuadamente. Quesque podemos ser mejor y quesque cuando ya controlemos nuestras emociones, quesque entonces se manifestaran otras herramientas que podemos usar para seguir creciendo, quesque poderes mentales.

Ay güey!
Pos yo le sigo. Igual y para no andar pendejeando sin sentido, pos por lo menos yo puedo escoger este camino y me late. Se me hace chido y chilo.

Buena pesca pero sobre todo, volvimos! Aún tenemos cosas que hacer aquí y hay que hacerlas bien, no importa que sean una locura pero que no hagan daño.

Por la locura de ser artesano de la vida, ciudadano sin fronteras y tripulante de esta nave esférica a la que no le falta nada. Vamos a buena velocidad y los pronósticos de nuestro camino siguen siendo favorables.

Que siga la fiesta!


-Ahí póngale! Que tira usted su basura allá en el mar, que tira la basura de los burritos, que es usted un malagradecido con el mar que le da comida. Puro bonito puro bonito, también póngale lo feo.
Póngale que usted se ha puesto una misión y póngale que lo escribió porque lo mandé que lo escribiera y que me da risa ver su carita cuando está lo escribiendo y que puedo mandarlo que le ponga lo que yo quiero que le ponga nada mas que ya tiene que comer… 


Hijoles! Para que le leí lo que escribí, ya salí regañado y todavía bien balconeado. Es cierto lo acepto, tire dos bolitas de papel aluminio al mar, la envoltura de los burritos. No debo hacerlo, debo traerme mi basura.

Aunque…lo más seguro es que…hijoles, es capaz de cada cosa. Ella si hace daño a su especie y más cuando la contradigo. Mejor me voy a comer unas almejas con ella, las prepara bien rico.

La pura vida carnal! volví a nacer!

recordando la niñez y la flota camaronera



Miércoles 30 de abril del 2014
8:37 am.

Acá en la montaña.

“…alegres o tristes salen de Ensenada…”

“Que feo canta Chalino, pero como le echa sentimiento”, eso dijo alguien de Sinaloa. A mi me gusta, me trae los sonidos que llenaron el ambiente en algunos lugares, en algunas épocas. Su música me ayuda a revivenciarlos, a vivir de nuevo ese sentimiento.

A Chalino lo escuchaba en las grabadoras de los pescadores sinaloenses, pescadores camaroneros. Yo era una gaviota más en el muelle. taloneando pescado pero siempre tirándole al camarón. Fueron buenos momentos de la niñez, tendría unos once o doce años.

Escucho la música y puedo sentir ese ambiente de fiesta en la cubierta del barco. Todos sentados en la borda echando desmadre, la clásica carrilla entre cabrones, pero carilla grande donde la palabra madre va de boca en boca, de cogida en cogida.

No! No están peleando. Las voces de los pescadores son gruesas, roncas, de personas fuertes, hechas bajo los rayos del sol, la brisa del mar y lo fresco o frio de la noche.

No están peleando, es la forma en que demuestran su confianza, que algunas veces se rompe y alguien no aguanta, pero aun los chingadazos son parte de las borracheras.

Bendito alcohol! Algunos seguirían la fiesta hasta el día en que volvieran a echarse al mar. 17 , 19 o más de 20 días en el mar, luego a descargar, cargar de nuevo y vámonos a pescar! Algunos barcos de Salina Cruz, se irían al norte, algunos a Mazatlán, otros a Guaymas. De allá también vendrían barcos. En el muelle se podían ver muchas cooperativas, muchos colores que distinguen a unos de otros.

Me gusta la combinación de blanco, mucho blanco y naranja que distingue a los barcos de la cooperativa de los Istmeños. La más grande! La de casa.

Por fin se ponen de acuerdo, y comienza la descarga del camarón macanudo, del grande, del de importación. En aquellos años se levantaban más de 15 toneladas, algunos 18, o hasta más. Por lo general de una por día. A según mis cálculos en aquellos tiempos.

Pocos, pero si algunos se llevarían su guato de camarón chido para su casa. Ese no podían negociarlo fuera de la empacadora, tampoco podían sacarlo del muelle. Aunque si salía. Pos mira!

Después de eso, comienza la descarga de la fayuca, del camarón chico, después el pescado. El pescado se dice que es del pavo, el ayudante de todo. De la venta de la fayuca se repartirán todos, de la venta de macanudo se repartirán solo los marineros y el capitán que algunas veces es el dueño deL camaronero. Soy un fayuquero y si soy bueno, me tocara más que pescado, me tocara fayuca, el camarón pequeño.

Disque ayudar y hacer como que ayudas, entrometerse y pos que lo vean a uno movido para que al final me pregunten si traigo alguna bolsa para echarme unos pescados y pos a veces hasta unos camarones que quedan entre el hielo o por ahí se desbalagan hasta llegar a alguna de las tantas bolsas que traigo.

 Siempre rayados! Siempre llevábamos muchas bolsas de plástico, una o dos por bolsa del pantalón; en la cintura, alguna vez me amarre un chango, esas bolsas tejidas de piola con la que hacen los chinchorros. Esta chida y esta especial para llenarla de pescado. Está hecha en forma tal que los hilos no están amarrados, se mueven. Es el morral perfecto y se hace muy grande.


Como gaviota brincando de barco en barco, aferrados, aunque a veces los brincos fueran incómodos, altos, peligrosos, con viento del norte moviendo todo. Caer y quedar aplastado por los barcos que chocan unos con otros. Gracias jefito porque siempre nos cuidaste.

Me toco buenos tiempos en que Jonathan nos rayaba y ahí me ven, junto con mi carnal Carlos, llevando bolsas de pescado y un costal de calamar. Rayados! Venderíamos el calamar en el mercado, dejaríamos un poco para la casa. Lo mismo haríamos con todo lo demás. Solo llevar el que se ocupa para comer y lo demás a la venta. Rayados! En domingo y con lana para ir al cine.

Como lo hacen? Como puedo meterme en su proceso de descarga? Y pos le hallaba! Y ahí nos ven, agarrando barriletes por la cola y aventándolos a donde los estaban pesando. Alguien los aventaba de la bodega hasta arriba de la entrada de la bodega. El que estaba dentro de la bodega no veía lo que pasaba arriba en cubierta, solo los aventaba para arriba y para afuera. Había que estar trucha para que no me tocara un barriletazo. De ahí los movíamos a otro lado. Todo se aprende. Al final, ahí vamos cargando un gran barrilete  para la casa.


Esos horneados de barrilete que se aventaba mi jefa! Hay mama! Me volví acordar de ti. A veces pedían que alguien se quedara a lavar la bodega, sacar todo el hielo y lavar chido y dejar todo listo para que se volviera a echar el hielo.

Así la jugada. Los pescadores ya con lana, no querían hacer nada y pagaban con lana pero mayormente con producto, por que los demás hiciéramos lo más simple. Los 24 de chelas corren de lado a lado, mayormente, aunque los hay que no pisteaban.

A veces nos les hacíamos los aparecidos a los conocidos de la colonia. Y ahí estábamos buscando el saludo, intentando hacer platica. Ellos ya se la sabían. Siempre que llegan a tierra tienen muchos amigos. Uno…pos también…ya sabíamos que barcos entraban y quienes venían ahí. Pos ni como se escaparan.

En algunos muelles no dejaban entrar, así que pos se trataba de llegar al barco que buscábamos o que veíamos que estaba descargando, por otro lado, buscábamos otra puerta y le ganábamos al vigilante por los muelles internos que algunas veces no tenían muchas tablas o estaban muy peligrosos para caminar sobre ellos, algunas veces había que caminar un tramo de tubería, que era con los que estaban hechas las bases del muelle y sobre la que faltaban muchas tablas.

Siempre le hallamos el modo. Eramos una plaga de morrillos, de cabroncitos fayuqueros, las gaviotas humanas.

Para entrar a los muelles, cruzábamos la barda por un pedazo donde muchos hacían vereda, lejos de la vista de la caseta de vigilancia. Salíamos atrás de unos edificios abandonados, entre pinos y mucha basura, hasta que llegábamos a la calle que corre por dentro del área de muelles.

Caminábamos ya en la calle cuidándonos en los últimos tiempos de la camioneta que a veces usaban los vigilantes. Casi nunca los vi, mi bronca era mas fuerte con los vigilantes que ponían las cooperativas en las entradas de los embarcaderos. El mas difícil era el de los Istmeños. De ahí, unos dos o tres vigilantes mas y de ahí nada. Eran embarcaderos sin vigilancia, cada quien cuidaba su barco. Nosotros nos trepábamos a todos, algunas veces cruzábamos su cubierta y seguíamos cruzando mas cubiertas, hasta que llegábamos al barco que estaba descargando. Ahí donde tanta gente y gaviotas formaba la algarabía del triunfo de un capitán, un motorista, el cocinero, dos marineros y el pavo.

En la temporada de pesca, las calles de la colonia se llenaban de aromas a costa, a mariscos frescos hirviendo, fritándose, la fiesta en casa apenas comienza.

Las chelas llegan por cartones. Las grandes ollas están en la lumbre, el jefe de casa a llegado, 20 días en el mar, estará tres o cinco, mucho una semana en tierra, viene cansado, viene contento, ha sido una buena pesca.

La familia grande se junta. El guato de pescado que fue su parte, los camarones, los caracoles que limpio mientras andaba allá en el agua, las langostas que cayeron en las redes de arrastre, algunas aletas de tortuga. Hijoles mama! Ya me dio hambre! todo eso lo repartirá entre sus conocidos, dejando la mayoría para su familia.

Se pueden distinguir los diferentes aromas, huele a a calamar hervido, huele a caracol, son camarones al mojo de ajo, que rico chimpanchole de jaiba!

A veces coinciden las llegadas de los pescadores con alguna mayordomía y pos vámonos a la fiesta. una gran olla, muchos totopos, su cartón de cerveza o botella de fuerte sobre el hombro. Que siga la fiesta! banderas de colores en la enramada, los trajes típicos de las istmeñas, las elegantes guayaberas blancas, los collares de oro, tanto oro que portan mis paisanas. Jicalpextles con muchos colores de las tantas flores con que están pintados sobre ese fondo negro, el mismo que servirá de base a los tantos colores de hilos bordados en los huipiles y naguas de las bellas mujeres cuya alegría se desborda en los viajes de quienes prontos llegan con otro cartón de cerveza.

Botellas vacías de cuartitos, van llenando el piso y los alrededores de las sillas. La música regional suena abriendo la fiesta. Mesas con letreros que dicen los nombres de las hermandades que las ocupan. La pista llena de mujeres que bailan unas con otras en una danza suave, donde las manos levanta la abultada y elegante nagua de fiesta. el rostro altivo, la mirada ida a algún lugar donde las miradas coinciden en las raíces de una raza cuyo himno se escucha a las doce del día en todas las estaciones de radio de la región.

“…Ay sandunga!
Sandunga mama por dios…”

Botana y chelas, las comadritas se encuentran, se invitan a cooperar en sus mesas, dan su limosna que ve va anotando en una libreta. Al final lo que se junte será entregado a los mayordomos.

En aquellos tiempos las fiestas llegaban a durar hasta ocho días. La enramada en la calle vistiéndose a cada rato con nuevos adornos, los padrinos o madrinas del la fiesta en chinga haciendo su labor. Las cocineras, no pararan y el fuego ardera dia y noche, calentando los botanones con los que algunos crecimos.

La música, la bendita música. Me hace viajar en el tiempo, recordando shuncolandia, recordando sus gentes, sus costumbres; recordando lo que mis ojitos míos de mi vieron.

Esas eran fiestas! verdaderos bacanales, donde 400 0 500 cartones de cerveza solo eran lo mínimo para un día.

El dinero corría bien, la flota camaronera era fuerte. Los pescadores construían las mejores casas en las colonias. Salina Cruz era un puerto pesquero, el más grande del pacifico sur, su grandeza era su flota camaronera.

La flota camaronera mexicana era muy fuerte.

Me gustaba imaginar mientras miraba el mar frente a mí, como serian las noches allá en el mar, como sería la vida pescando, cuantos animales sacarían las redes, que yo nunca vería en tierra.

Solo eran sueños y curiosidad. Algún día descubriría que la pesca de arrastre es destructiva, pero eso no cambia mis sueños de niño. Sueños a los que regreso cuando escucho la música que en aquellos tiempos se escuchaba.

Puedo correr por los cerros, descalzo pues las chanclas ya están muy gastadas, la piel de mis pies es gruesa, puedo derrapar mientras bajo y siento la arena, los granos gruesos de ella, moliéndose bajos mis plantas. Corro mientras siento el viento del norte pegando a mi cuerpo, empujándolo con sus rachas caprichosas que algunas veces me permiten recargar mi peso sobre ellas, brinco los viejos arroyos cuya agua sigue corriendo siempre hacia abajo hasta que un día vuelve al mar.

Escarbábamos los cerros, inventando carreteras e historias que se fueron con los carritos de juguete. Con resortera hechas por nosotros, nos íbamos al monte a cazar lagartijas, a tirarle a los pajaritos, éramos maletas para atinarle a los pajaritos, a las lagartijas si les dábamos, aun no había conciencia. Solo éramos niños caminando por aquellos terrenos llenos de monte en los cuales había chubarobas, anonas, pepes, y otros cuyo nombre no recuerdo.

Las anonas son sabrosas, ya casi no hay árboles silvestres de anona, ni de nanchi. La gente como nosotros corto todo lo que había en los terrenos y construyo su casa. Todo el cerro se pobló, los demás cerros también se llenaron de casas y ya no estábamos tan lejos de la ciudad, ya somos la ciudad.

Subir al cerro era sentir el viento más fuerte, ver el inmenso mar azul y escuchar los sonidos del señor del monte.

A veces caminábamos con dirección a Piedra Cuachi, yo nunca llegue hasta allá, en aquellos encuentros con la naturaleza sentía miedo, sentía la presencia de algo que me amenazaba, sentía al viento moverse acechándome como un ser vivo, sentía que entraba al mundo de otros seres que no estaban en las ciudades. La gente contaba cosas de algunos cerros, de magia y esas cosas de seres mágicos, y Piedra Cuachi no era la excepción.

Con miedo, pero nos gustaba andar por ahí, por los arroyos, por los cerros, por las playas. Ese es el Salina Cruz que yo recuerdo, cuando escucho a Chalino cantando Pescadores de Ensenada.

“…Salina Cruz, del faro recuerdo yo siempre su luz…”


Toda la semana ha hecho aire, un mancha gris se aprecia a lo lejos, en dirección a Salsipuedes, algunos cerros están prendidos, es el humo de la quemazón a causa del calor y de este viento que viene de tierra y entra a la mar.

No hemos podido ir a pescar con el Pecas y Sergio, la mar esta brava. Las olas ya no están tan altas pero el viento en muy fuerte. Las palmas se mecen con el viento produciendo sonidos que me recuerdan ese viento del norte que pega fuerte en Salina Cruz.

No hemos ido ni a tirar anzuelo de orilla.

Ayer se fue el Ruben Bela rumbo a Tijuana, ahí tomo su avión rumbo a DF. Ya regreso a su tierra, de ahí tal vez se mueva rumbo a Puerto Escondido. Ya conoció la baja, ya vio las ballenas y toco una allá por Guerrero Negro. Ya encontró la relación entre este viento y la rola de Manu: “…el viento viene, el viento se va…”

Todo bien, me siento vivo.

A la orilla de la carretera y con el gran océano pacifico que se ve desde nuestras ventanas.
Acá en la montaña, en Puerto Nuevo, playas de Rosarito. En la baja califas.

La vida sigue y nada esta quieto, todo se mueve, aunque sea encima de esta esfera que se mueve en el espacio y tiempo.

Puro para adelante compa!