regresaban de la bocana; perro y viejo, cada uno metido en el olor del aire, en el aliento de mar, en la arena bajo sus extremidades, en la formacion perfecta de las aves, en las nubes, que por fin traerian agua al desierto que vive junto al gran oceano.
el sol se notaba en la piel del viejo hermitaño. roja, con vida, alimentada hasta hartarse de aquel calido sol.
las sombras de la madriguera debilitan su piel pero fortalecen su ser.
el sol viene alegre y se mete en el, y en aquel perro que tambien parecie olvidar los caminos hirvientes, los colores cafe rojisos y el sol en su pelambrera, asandolo, cociendolo vivo a la orilla de la carretera.
los habia mojado el agua de alguna llovisna, y recordo aquel desierto donde cazaba al "venadito verde."
rica la llovisna, rico el cielo que cambio de colores todo el tiempo, lo habia sentido en la piel, en el frio, en el calor.
su ser se habia paseado, en las emociones de la pachamama.
del hombro derecho cuelga la vieja mochila donde guarda los carretes, anzuelos, plomadas, cuchillos y tres pescados que les han hecho el dia feliz.
en sus manos aquellas dos viejas cañas en las que pone tantas porras.
cuando llegaron, se acerco al mar y le hablo. mientras el perro se quedaba observando las ruidosas olas. olfateando el viento.
dijo- "hola hermano mayor, te respeto, vengo a disfrutar, a estar contigo, vengo a que me regales unos pescados para comer, gracias por ser lo que eres".
fue un mover de labios, fue un murmullo, como el que ahora hacia, mientras salian de aquel estero, de aquella entrada de mar, de aquel canal donde los peces suelen estar pasando.
sus palabras eran dulces, llenas de su interior, se acompañaban de alguna extraña emocion de gratitud.
"gracias, me has dado mas de lo que necesito, no he hecho mas daño del necesario para tomar estos alimentos. hoy comere con respeto y tomare la energia de mi hermano pescado. gracias por tratarnos bien"
asi se despidio de aquella ventana al oceano. asi hablo con la naturaleza.
tenia una cita con el desierto, tenia una cita con las montañas mas altas. tenia un lazo con el todo.
el perro, seguia a su lado olfateando las llantas de los carros, en alguna se detuvo y levantando su pata, hizo lo que hacen todos los perros cuando levantan la pata.
no sintio verguenza, no sintio pena, no sintio culpa de orinar en las no muy sucias llantas del carro de alguien.
solo meo. siguio el hilo invisible de algun rio de aromas, que seguro se mueve casi a nivel de piso y siguio su andar despreocupado
por un momento, el perrito sin dueño puede sentirse libre, haciendo lo que le gusta, estar sobre la tierra y disfrutar de sus regalos.
mientras brincaba jugueton, habia ladrado al pescado, cuando lo vio saliendo del agua y ser arrastrado por la piola, que aquel viejo recogia alejandolo del agua.
ladro porque sabia que a eso habia ido, lo sabia pues lo habia aprendido en las tantas idas.
mas pescado, mas comida.
regresaban a casa. caminarian unos metros mas y tomarian el transporte.
subiria apestando a carnada, apestando a choros.
se sento en la parte trasera, en el ultimo asiento de la derecha, recargo su cabeza en el vidrio y solo se durmio.
ya era la noche cuando bajo en aquella parada, a una cuadra de su madriguera. el perro negro siempre a su lado, husmeando todo lo que a su paso encontraba, moviendo la cola de vez en cuando. viajando invisible a los usuarios, al chofer y aquellas barras que pagaran las desconfianza de los dueños de micros, obligados por las mañas de los choferes.
es mejor pasar entre las personas invisible o dormido para no escuchar sus comentarios.
-huele feo, huele a pescado !
ha ! las opiniones arruinan lo bello de la vida.
miércoles, 12 de octubre de 2011
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