Lunes 14 de
abril del 2014.
Fraccionamiento
Mar de puerto nuevo 1, Ejido primo Tapia, playas de Rosarito, B.C.; México.
Aun lado del
Océano Pacifico. Disque.
En este
terreno desierto, frente a la piedra solitaria del mar, conocida como Sugar
point. Al sur del cerro Coronel.
Hace unos
momentos debe de haber pasado el eclipse de luna. No lo vi, no sabía ni
investigue la hora, faltan cuarenta y tres minutos para que se cumplan otras 24
horas, de este solo por hoy. El día no termina hasta que termina.
A las 4:40 am.
Sonó el celular.
-Compita!
Vámonos a pescar! Lo veo en el terreno del Tacua.
-Híjoles!
Voy a ir a marea con El Pecas, no puedo.
- Orales!
Pos hágame un paro, bájeme la carnada y me la deja ahí, en algún clavo de la
pared del puesto de Doña Edith.
-Ánimo! Ahí
se la dejo. Voy a bajar a las 5:30 o 5:45. Va que va.
-Ya está
compita. Yo ahí paso a recogerla.
Termino la
llamada. Mi compañera también había despertado. Aun tenía 20 minutos para
dormir antes de que sonara la alarma. Nos abrazamos y nos volvimos a sentir, al
menos yo puedo recordar que sentí su calor tocando mi piel. Tal vez volvería a dormirme
y en algún momento, me perdería en los caminos del sueño y…tantos y’s.
Sentí su
vientre con mi mano, ahí esta otra angelito creciendo, ahora será la shunquita,
la más pequeña.
Todos algún
día fuimos los más pequeños.
Siempre
espero hasta que siento que se mueve. Es como si con el calor de mi mano le
pudiera trasmitir el mensaje que anuncia mi presencia. Puedo sentirlas a las
dos. Están ahí, en mi presente más cercano.
Suena la
alarma!
Cómo? Si
apenas son las 4:40 am.
Híjoles!
Ella se levanta y me dice que puso la alarma un poco antes para que le dé
tiempo a prepararme unos burritos de chorizo oaxaqueño y papas.
Bueno, pos a
levantarnos. Las últimas veces no me ha alcanzado el tiempo para estar a tiempo
cuando mis compas salen del puerto con destino al campito; ahí salimos con la
panga.
Levantarse,
sacar la carnada del congelador, ir al baño, echarle agua a la carnada para
poder tomar solo la mitad de la marqueta que le compre al Briseño, hacer del
baño, checar que todo este en la mochila de pesca, tomar café y un burrito que
ella me prepara, volver a ir al baño, y salir.
Me pongo la
mochila a la espalda, en una mano llevo mi caña de fondo, en la otra la carnada
y una bolsa de basura que dejare en algún contenedor del puerto.
Mientras me
despido de ella, sigo repasando que todo lo que voy a necesitar este en la
mochila. Navaja, tabla con lija para sacar filo, un carrete extra de piola,
plomadas, agua, anzuelos, pinzas, lonche…todo parece estar ahí.
-Aquí te
vamos a esperar las dos.
Nos
despedimos con un beso y su promesa me hace recordar mi preocupación de cómo
iremos a salir hoy. El Sergio no va a ir hoy a marea, yo no sé remar y solo soy
peso muerto en esas maniobras de la salida y del varar. Como le vamos hacer? El
lugar de donde salimos siempre es peligroso.
Le doy la
espalda a mi cuero y comienzo a caminar en dirección a la veredita del terreno baldío
frente a la casa. No hay tuzas, aun duermen. Frente a mí y en el cielo, una
luna color naranja, grande, rara; acercándose a su ocaso, muy cerca del mismo lugar
por donde el sol desaparece todas las tardes.
Bajo la luna
el oscuro y brillante mar en el cual, el reflejo de la luna se extiende largo y
ancho.
Con la mano
hago la señal de la cruz, toco mi frente, mi pecho, mi hombro izquierdo, mi
hombro derecho y por último beso la señal en mi mano. Mis pensamientos y
emociones, se normalizan, vuelven a la calma, todo lo que pase se lo dejo al
jefe. Voy con su permiso, con su bendición. Ya antes he platicado con él
mientras estoy sentado en el baño. Le pido que nos dé, que ponga buenos peces
en nuestros anzuelos. Que sea su voluntad y su abundancia, nuestra bendición.
Cruzo la
barda del fraccionamiento y me encuentro en la pista, ya hay transito y hay que
estar trucha, Salí de casa a las 5:40 am.
Cruzar la
pista, cruzar La cuatro carriles o La libre y pasar bajo los rojos arcos de la
entrada de puerto nuevo.
-Ya te vi!
No te hagas!
Es El
Burras, un compa que sin conocer a Cesar Millán, pos aprendió o se convirtió en
el jefe de la manada. Solo que El Burras es más cabrón; este traía entre su
manada de perros: un gato. A dónde va El Burras, ahí va el montón de perros y antes
también andaba el gato con ellos, ahí mezclado entre todos los perros. Cabrón! Todo
un personaje mi compa Burras, debo decir que la vara que llevo a marea el me la
rolo, me la fui ganando con los paros que le hago a veces.
Paro con
paro, así es entre compas.
Ahí vamos
cotorreando, mientras el saca de entre la manga de su camisa y su hombro, una
pequeña botella de tonáyan.
Un poco
antes de llegar a la casa de mi compa pescador, se despide pues se encuentra a
un velador que esta barriendo la calle. Desde que dimos vuelta a la cuadra
vimos luces en la cochera de mi compa, se escucha también el sonido de su
troca.
Le hago
señas para que me espere donde está y no venga hacia mí.
-Buenos días
chicati!
-Buenos días
pecas! Aguántame tantito, tengo que dejarle una carnada a Briseño. Me dijo que
la dejara colgada en algún clavo de la pared del puesto de Doña Edith.
Voy busco un
lugar donde no quede muy a la vista ni tampoco tan escondida y ahí la cuelgo.
-Se la van a
pelar!
-No creo, le
marque un poco antes de salir y me dijo que ya venía en camino, ahorita la
recoge.
Salgo de la
cochera y unas luces azulosas, me dicen que ahí viene mi compa Briseño. Me
regreso por la bolsa de carnada. Se la entrego, se saludan los compas y
vámonos!
El Briseño
hoy va a pescar en la orilla, a veces también se va a marea, a la pesca de
fondo.
-Echaste lo
anzuelos nuevos! Le pregunto
-Simón, ahí
vienen en la guantera, sácalos, también vienen unos más grandes que compro el
Sergio.
-Ánimo!
Ahí vamos,
por la carretera, rumbo al sur, pasamos primo Tapia, los arenales, y llegamos
al campito. Una llanta del remolque esta ponchada, él pecas ya se la sabe, saca
su bomba de mano, la infla, aseguramos el remolque a la troca y allá vamos.
A las nueve y
media, a según leí en la tabla de marea, estaría la pleamar, o sea la marea
alta, ya hasta arriba. Apenas pasan de las seis, ya clareo el día.
El mar está
tranquilo, no hay olas altas, no se ve tan peligroso como otras veces. Bajamos
la panga. Cuando apenas la mitad toca el agua, me dice mi compa que me suba.
Aun no tengo botas de hule, voy en unos zapatos viejos que me han servido un
chingo y eso que hace años me los regalo mi carnalito allá en Oaxaca. Son
buenos, son Caterpillar que importa que no se vean bonitos.
El Pecas,
espera una ola y empuja la panga, yo voy sentado volteando a tierra. Creo que
es para que no vea las olas y no sienta miedo. Con agua altita y mi compa
brinca a la panga, toma los remos y empuja hacia aguas más profundas, en un
lugar donde ya puede bajar el motor y prenderlo. Al segundo intento arranca el
motor, lo acelera varias veces para que se caliente mientras va checando el set
de olas y salimos bien de aquel muelle o escollera natural formada por rocas
que no pusieron los hombres.
El viento está
fresco, no hace frio, veo el agua y puedo ver lo que algunos llaman glass, o
sea un mar espejo, sin casi oleaje creado por el viento. Apenas avanzamos 200 o
300 metros cuando lanzo una exclamación: los anzuelos! No los echamos.
De volada mi
compa se va una vuelta policiaca y ahí vamos para atrás. Se acerca a la orilla donde esta hondo y yo puedo
brincar a tierra, corro a la troca y me traigo los anzuelos.
Todo es
adrenalina!
Hasta
cometer errores por falta de atención. La panga está pegada a las rocas con el
motor encendido. Pego el brinco y allá vamos de nuevo.
El
pronóstico del tiempo, anunciaba viento a partir de las ocho de la mañana, a
las once seria más intenso con rachas hasta de 48 kilómetros por hora.
Teníamos que
ganarle al tiempo y al viento. El pronóstico de 29 grados C. no era problema,
ni aun el viento.
Cuando la
panga está en marcha, solo voy disfrutando del viento frio que me hace sentir
vivo. Con la cintura he aprendido a equilibrar mi cuerpo, pero no por eso dejo
de ir agarrado fuerte a la tabla que me sirve de asiento. De vez en vez ajusto
la gorra a la cabeza para que no salga volando, mientras mi vista no deja de
estar al pendiente de alguna boya que nos indique el punto que marca el lugar a
donde vamos.
Aseguramos
la panga a una de las boyas de una red de mi compa y comienza la pesca!
Pasar la
piola por las guías de la vara, poner la plomada, anzuelos y carnada y solo
dejar caer la piola por la borda de la panga.
De carnada
traemos calamar. No hay falla con el calamar chico. Ese levanta de todo. Los
primeros lances son de mucha suerte. De volada caen los primeros pescados,
viene de dos y tres en cada tiro. Hoy El pecas se voló la barda con cinco
lances en los que saco los cuatro anzuelos con pescado, también sacó el rojo más
grande y pos yo sigo aprendiendo.
Rokot,
payasos, payasos mecánicos, mugrosos, escorpiones (lupones), cabrillas, rojos,
naranjas.
Estábamos
bien entrados en la pesca, cuando se escucho el alboroto de las gaviotas.
-Pinche lobo!
Se está chingando un pescado grande, lo ha de haber sacado de la red. Creo que
es un bacalao el que se está comiendo, y esta grande!
Me señala y
busco, pero a duras penas alcance a distinguir al lobo rodeado de gaviotas que
esperan ganarle con algo.
Aquí hay
muchos lobos marinos, ya están bien acostumbrados a llegar y agarrar el pescado
de las redes. Cuando llegan los pescadores a levantar las redes, a veces solo
hay puras cabezas, lo demás ya sabemos quién se lo comió.
Bueno pos el
hecho de escuchar la palabra bacalao, me hizo recordar que desde hace días le prometí
a la rastita, un bacalao para hacer seviche. Me acorde y se lo pedí al jefito.
-Ándale! Bendíceme
con un bacalao, nunca he sacado uno, ándale! Haz el paro.
A las ocho
de la mañana comenzó el viento, se acabo el glass y comenzó el maruyo.
El baile en
la panga se puso más bueno cuando el
maruyo trajo olas más grandes. Parecía que reventarían a medio mar. Los cerros
de agua eran grandes. Subir y bajar y estar trucha para no caer al agua.
No importa
el maruyo, mientras la hielera se va llenando con los medianos y los grandes.
En el fondo
de la panga estuvieron los llamados llaveros o tragalines, los pescados más
chicos. No se pueden devolver al mar, son de fondo y al subirlos se
descompresionan y devolverlos es por demás, ya no la arman. Al final llenamos
una cubeta con ellos.
Fue una
marea más o menos. Levantamos 50 kilos de pescado, sin contar el rojo grande
que saco mi compa y un bacalao que el jefito me regalo, fue el único que salió.
He de
parecer loquito, digo, pues cada que le quito el anzuelo a los pescados, les
hablo, les digo que mueran bien, que me perdonen por lastimarlos. Ni modo, así
me siento bien.
Hoy trono su
carrete de mi compa, tal vez hubiéramos podido sacar más pescado, pero él
hubiera no existe.
Con el maruyo,
el regreso fue de mojarse y brincar muchas olas. A veces duele ahí donde algún día
estuvieron las nalgas, los chingadazos al caer la panga después de brincar una
ola, pos son fuertes. La mojada, me hace sonreír, me recuerda que estoy vivo.
Varamos en
la playita de El campito. Subimos la panga al remolque, las cosas a la
camioneta y ahí vamos a la parte más gacha de la pesca. A buscar al comprador
en Popotla, un lugar donde hay algo así como una especie de mercadito de
pescados y mariscos.
Son las dos
y media de la tarde. Hoy regresamos temprano.
Si es
difícil pescar, más difícil y batalloso es vender el pescado. A veces hay que
venderlo muy barato y hasta fiado con tal de que lo agarren. Ni modo. Así es
esto.
No sé porque,
pero esto de andar pescando me apasiona. Desde niño, soñaba con irme de pavo en
algún barco camaronero, nunca se me hizo. Hoy sigo siendo el estorbante y el
raitero en la panga de mi compa. Como sea ahí la llevo en otra más de mis pato
aventuras.
Por cierto.
La próxima marea, ya llevare mi chaleco salvavidas, hoy me regalo uno mi compa
El Pecas. Espero nunca tener usarlo aunque lo traiga puesto, la gente en estas
aguas, no muere por que no sepan nadar, mueren de hipotermia, el agua está muy
helada, esa es la bronca. Dios guarde!
Pos´ así mi día,
no me gusta pero hasta una lanita me ha estado tocando de la venta del
producto. Se agradece aunque no era la idea, yo solo quería ir a pescar en
panga, me late un chingo!
Hoy
preparamos seviche y a la rastita le tocaron algunas almejas que se me pegaron
en Popotla. Las pague, no sean mal pensados.
Hoy es un
buen día y fue de mucho provecho, aun con todo y el cansancio, la deshidratada
y el que de pronto ande todo turulato de las piernas, pues a veces siento que
el piso se mueve. Como si aun anduviera en la panga.
Hoy es un
buen día!
-Regresaron,
dijo ella.
En lo que
hacía el seviche, llego el Briseño y se puso a reparar los carretes de Pecas.
Tal vez sirvan para algunas idas con no mucha carilla, uno de los engranes se
abrió y ya está quebrado pero sigue funcionando. Me prestó un carrete chilo
para la próxima ida que será el día miércoles, pues mañana les toca ir a la jaiba
y yo solo voy cuando van a pescar con caña.
-Están
listos niños?
-Si capitán,
estamos listos!
Cada día se
aprende algo nuevo, ahora ya sé por dónde y hasta donde es más fácil abrir los
carretes de fondo para alivianarlos, mínimo para darles una engrasadita por
dentro, digo, al menos en teoría ya se.
Tiempo de
dormir. Mañana hay que hacer otras cosas y disfrutar de un nuevo día, si el
jefito me lo concede.
La vida es
hoy y solo es una.
“…soy
pescador, vivo en el mar, ando en busca de un amor que no lo puedo olvidar. Soy
pescador, vivo en el mar...”
“…Alegres o
tristes, salen de Ensenada, los barcos pesqueros que van alta mar…”
Buenas
noches México honesto, donde quiera que te encuentres.
2:00 am. 15
de abril del 2014.
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