Domingo 4 de
mayo del 2014.
9:12 am.
Ando
enojado, molesto, tal vez encabronado.
Hoy decidí
sentirme así y es difícil dar la vuelta. La soberbia también pide su momento de
gloria y su turno dentro de las vueltas de la vida. Ciclos, benditos ciclos que
hacen que la vida no sea aburrida. Siempre moviéndose, siempre moviéndome.
Chocando
piedra contra piedra, chocando soberbia contra soberbia. Hasta que alguno se
rompa, hasta que alguno deje de pelear.
Hoy peleo
todas las batallas pendientes. Hoy vuelven a mí los recuerdos de personas con
las que las cosas no han salido o parecen no estar saliendo bien.
Promesas
incumplidas que se vuelven válvulas abiertas de mi energía, personas que tienen
todo el tiempo del mundo mientras yo intento caminar rápido.
Donde están
los resultados de mis escritos? Donde está el libro en el que he puesto tanto
de mi? No sé, tal vez siga archivado, guardado en alguna computadora igual como
se guardan ahora las fotos que casi nunca se ven.
Enojado de
solo recordar que aun teniendo conocimiento, no sé cómo hacer para ponerlo en práctica.
Cerrar ciclos, sacar la basurita, cerrar válvulas que me desgastan, pero -siempre
el pinche pero- iluso y tonto de mí, no puedo gritar fuerte y hablar con
claridad pues al final todo son paros que la gente me hace y no me siento ni
puedo tener derecho a bajarles la energía aun cuando yo sienta que mis reservas
están al límite.
Físicamente
me siento cansado, cansado de todo, de luchar contra corriente, contra un mundo
que tal vez no comprende mi forma de ver la pinche vida tan chingona que a
veces logro ver cuando atravieso, los programas con los que los “normales” ven.
No necesito
mucho este día, solo quisiera cerrar mis ojos y descansar, pero no se puede.
Metido en una sociedad donde todo es dinero y los compromisos nacen de la
relación con los demás; el escapar cerrando los ojos solo es crecer mi diario conflicto
pecuniario pero no mi conflicto emocional.
Conmiserándome
del como me siento, busco la salida a mis emociones, pero la soberbia es una
puerta con doble cerradura y me cuesta trabajo dar para atrás. La comunicación
se vuelve un “adivinen lo que quiero” y la solución se aleja más y mas mientras
la piola de la soberbia se jalonea, se estira intentando romperse para así
dejar de sentir esta presión que no me pertenece pero que está aquí dentro de mí.
Soy mi mejor
amigo y mi peor enemigo.
Dice la
canción: ningún hombre es mi enemigo, mis propias manos me aprisiona…amor rescátame!
Y el amor es
algo que no puedo ver al vivirlo, pero
cuya ausencia me lastima.
Llamadas sin
contestar, mensajes que no tienen un acuse de recibo y un silencio que se
convierte en los gritos de mi mente diciéndome: eres un pendejo!
Hoy estoy
molesto y la tristeza comienza acercarse para alimentarse de mis despojos, de
las pocas miserias, que aún quedan del desafiante aquel que todo lo resolvía
con las fugas geográficas, con sus desplantes de poder, con golpes y terapias
del miedo.
Hoy solo me aisló
y dejo de jugar las rutinas que no quiero hacer con mi carota de encabronado,
me vale madres que después me vea presionado por la falta de “paguita”.
No tiene
paga,
Mayu takin,
Gastii
guelto,
Egui turi
caeta tomi,
Jodido pero
contento.
No hay
dinero pero todo bien.
Los
problemas más grandes no son físicos -decían mis maestros- los problemas más
grandes son en el metafísico del ser; en su mente, en sus emociones, en su
espíritu. Lo sé y la solución también la sé ó creo saberla, pero de la teoría a
la práctica hay mucha distancia.
En mi mente
los vacios de comunicación y las imágenes de personas que son importantes para mí,
aunque pareciera que yo para ellos, solo soy: la piedra en el zapato.
El pinche
loco a veces vocifera, pero su voz no se escucha, sus palabras se quedan
ahogadas un poco antes de llegar a su garganta.
El loco que
pide lo tomen en serio, pues la soberbia así se lo exige, mientras el sentido
común hace que los demás tengan la razón.
Loquito pero
ni tan pendejo, voy intentando los remedios caseros que aprendí en el camino de
la vida, intentando aplicar los conocimientos que me regalaron los maestros que
encontré en los cruces del destino, los conocimientos que las plantas mágicas
me enseñaron, todas las herramientas al asador.
Hoy no usare
las emociones para pintar nada, hoy guardare los “pinceles mexicanos” y la
mochila con mis botes de pintura se quedara encerrada en algún baño que usamos
de bodega. Hoy me rebelo a seguir por un camino que no me da los resultados que
yo deseo: sentirme bien para regalar sonrisas sinceras, para dar mensajes que
yo me aplico primero en mí.
Hoy, con mi
ausencia honrare y respetare a los clientes y a los que admiran las bendiciones
que el jefito puso en mis manos.
Dormir,
dormir, dormir.
Que mis
guardianes guíen mi espíritu a algún lugar del cielo, donde los ángeles reparen
espíritus lastimados. Un lugar donde no tenga que luchar para ser mejor que
nadie, un lugar cuyo platónico y armonioso propósito solo sea el estar bien y
no hacer daño a nadie ni a mí mismo, pues cansado estoy de eso que ha sido mi
pan de cada día.
Ya quiero
regresar a casa, pues mi estúpida mentecita no comprende que la vida es de
lagrimas y risas, que son unas de arena por las que van de cal, que no es como
yo quiero, sino como el jefito quiera.
Solo por
hoy, aquí y ahora.
Cansado y ya
menos molesto.
Hoy no salí,
solo me quede aquí, a cuidar a mi bestia, a consentirla, a evitar que explote
allá afuera con las personas que van a trabajar o a divertirse al lugar mágico
llamado Puerto Nuevo.
Desde aquí
puedo ver el estacionamiento lleno de carros, pensé en irme a Ensenada o tal
vez a Playas de Tijuana, pero no quiero alimentar más mi obsesión, mi
enfermedad del alma.
Otra base
por bola, otro juego regalado, otra historia para contarse entre las muchas
pato aventuras.
Dormir,
dormir, dormir, y el sueño no llega, el día apenas va a la mitad.
Nadie es
culpable de lo que siento, yo soy el verdadero y único responsable de lo que me
pasa por no saber manejar la mente, el cuerpo y el espíritu que me fue dado
para vivir esta experiencia llamada vida.
Esto es la
vida: ayer risas, hoy coraje y lagrimas, que igual solo son mi miedo al
fracaso.
Júntate con
los triunfadores –dijeron- y el mundo está lleno de fracasados y triunfadores
que van relevándose en las posiciones. Igual que yo; ayer reía y publicaba “La
pura vida”, manifestando alegría, gozo y hoy escribo esto completamente
opuesto.
Uno más, uno
menos, así se suman mis fracasos y triunfos.
La máxima
que guía mi vida, se vuelve hacia mí y me recuerda una por una sus palabras: la
felicidad no es una meta, la felicidad es un camino.
Que cada uno
tenga un excelente día, como quiera que lo entienda.
Dormir,
dormir, dormir.