Jorge Chicati Copyright

sábado, 30 de noviembre de 2013

Machaca de tiburon



Buen día!
Cada día estreno un nuevo día, buena razón para estar bien, aunque sea por dentro.

Chin…!
Ya me cambio el…no sé ni cómo se llama. Bueno, eso que hace que lo que escribo, tenga el mismo margen, por derecha como por izquierda. No sé porque nunca les gusta como hago las cosas. Apenas me había acostumbrado al estilo anterior, ya hasta me gustaba.

Siempre hay alguien o algo que hace que uno se mueva. Que no se quede donde mismo, que sienta el tiempo; que pueda decir: “antes era así…” huy! En aquellos tiempos…ya no es como antes.

Antes…si, así tal vez me hago un poco consciente del pasado y que todo se mueve en un presente, nada está quieto, ni las piedras.

“La ermitañita urbana”, bajó hacer algunas compras. Yo, “acá en la montaña”. En esta pequeña burbuja que me permite estar lejos de tantas trampas sociales tan humanas, tan naturales.

Híjoles!
Ya regresó!
Ahora me contará su aventura, fuera de la burbuja, salir y sentir cruzar esa zona que la banda describiría de muchas formas; tierra de nadie, territorio libre, tal vez alguien refiriéndose a la ruta, diría: “…amonos por terreno”.

Tal vez me cuente de algo que llamó su atención, mientras caminó por esas calles que están después de cruzar la pista. El solo cruzar la pista ya es toda una aventura. La vida se juega en el confiar que nuestros sentidos están alertas.
Pero…
Ahita el pinche pero!

Las evidencias, la historia, los hechos, muchas cruces en las orillas de todas y de donde sea, que: el ser humano, por naturaleza tiene sus momentos de pendejez.

Si hay alguien que no se apendeje, que levante la mano como hacen los militares cuando saludan a la bandera.

-Pero sin saludar a la bandera güey, eso solo lo hacen los militares! No te digo, como eres pendejo!

Siempre se siente miedo de que aparezca, el auto fantasma, el que trae las luces apagadas, aquí no se habla de la mujer a la orilla de la carretera, además esa, solo se les aparece a los que manejan de noche, muy de noche allá, por lo oscurito…

No. Me equivoqué, aún sigue callada. La voy a provocar. No hizo falta, ya habló.

Estamos difiriendo en opiniones de cómo seguir con el proceso de limpiar unas vertebras de tiburón.

Siempre es así, me gusta porque aprendemos juntos.

“El pecas” me rolo unos cartílagos de tiburón leopardo -el dijo otro nombre que no recuerdo-  también había, guitarra y angelito. Ta chido hijo! Me rayé con cuatro cartílagos.

Según nosotros, estábamos esperando que se juntara una tanda y, resulta que solo el de hoy, ya es mucho. El congelado lo dejaremos para después.

No es mucha vertebra, solo es mucha machaca. Es lo que queda después de que filetean, de que les sacan la lonja a los tiburones.

Sale un buen de machaca, que nos dura una semana o más, comiendo diario y al menos una vez al día.

Machaquita de tiburón!

Ojala y supiera como preparan el “toyo”, ese como salpicón  de tiburón que comí tan rica y muchas veces en Juchitán, Oax.



Pos bueno, esto de bajar de “acá en la montaña” es todo un show.

Ya se armó la machaca!

Esta vez se va a orear en el sol, cubierta con una tela que permite que pasen los rayos de sol e impide que las moscas se le paren a la carnita.

Experimento  349 2013, que esperemos que no falle. Digo la mayoría de los experimentos no resultan como queremos, pero con algunos que nos funcionan, con eso nos damos por bien servidos.

Antes no aprovechábamos la carne que salía del cartílago, solo los hervíamos hasta que se hacía muy fácil separar las vertebras, la carnita se iba a la basura, ni gatos cerca.

Mucho pinche desperdicio! El mundo no está para seguir soportando los despilfarros de sus riquezas.

Los experimentos con la piel de tiburón… pos’… no han sido muy buenos… pero ahí la llevamos. La compañerita se la rifa buscando información acerca de procesos de curtido de pieles.

Ya experimentamos con sal y piedra lumbre, ahora queremos   intentarlo con un proceso que requiere de bisnuto ó Bismuto, no sé como se llame. Ya lo conseguiremos cuando vayamos a “tijuanita” a buscarlo.

Le quiero ayudar con el tendido que está haciendo en la terraza, pero me manda a seguir haciendo esto.

Es muy independiente, ella hace las cosas, es una guerrera en crecimiento, me gusta, la amo, y por eso compartimos este viaje de la vida.

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