Jorge Chicati Copyright

jueves, 16 de febrero de 2012

ojos de fuego

Estaba en clase fue lo ultimo que recordó…

Las ganas de orinar son fuertes, mas fuertes que nunca. Son irresistibles, es la primer clase con aquella maestra, con aquella directora de la escuela.

Ella exponía algún tema en donde toda su energía estaba concentrada.

Desde el principio intentaba marcar los canones de conducta que exiguiria a todos y cada uno de los miembros de aquella clase.

“Se necesita mucha disciplina para formar verdaderos profesionales comprometidos. Para formar el futuro de una nación”.

Sintió algunas pequeñas gotas empujando fuerte e incontenibles hacia afuera, mojando su ropa interior.

Ya no lo pensó mas, se levanto de su asiento, con los brazos y manos intento llamar la atención de la maestra, mientras seguía alejándose de su lugar.

En su rostro la desesperación y la vergüenza. En sus calzoncillos pequeñas gotas humedeciendo su vergüenza, su dignidad.

Por fin la maestra pudo verlo y sin interrumpir sus palabras y también a señas, le negó la autorización a abandonar el salón, le exigia también que expandiera sus limites, unos limites que ya estaban rebasados por la naturaleza.

No se detuvo siguio avanzando.

Nadie abandona la clase!

Las palabras de la mujer de bellos ojos claros, muy claros en una tonalidad amiel, no fueron mas fuertes, que su imperiosa necesidad. Salió corriendo

Regresaría y afrontaría lo que fuera, necesitaba llegar al baño, tal vez estaba arriesgando su año escolar en aquella primer clase.

No sabia que había pasado, que efecto tan diurético había causado aquella reacción incontenible.

Antes de salir, con el rabillo del ojo pudo robarse la imagen de aquel rostro que no aceptaba la contradicción a sus ordenes, la bella se transformaba en la bestia: cruel e inhumana, incomprensible y soberbia.

Miedo contra naturaleza.

Aun sintió el placer morboso “del salir” de aquel liquido que amenazara con avergonzarlo delante de todos sus compañeros.

Sacudió su miembro antes de guardarlo dentro de su pantalón. Entonces, pudo darse cuenta que en su desesperación por desabrocharse rápido, había destrabado la hebilla del cinturón.

Aquellos adornos metalicos tenían una serie de pinzas que de pronto se complicaron.

Intento ponerlos, la piel no entraba en la abertura donde debería entrar.

Las imágenes de rostros de sus compañeros comenzaron a desfilar en su mente. Los vio atentos a la clase. Los vio sentados y carentes de problemas como el suyo.

Metió una y otra vez el cinto en las pinzas y lo único que logro fue zafar la pieza de en dos partes.

Ya no supo cual era el lado correcto donde entraba la parte de piel del cinto.

Porque las personas inventan cosas tan complicadas?
Las manos cada vez mas nerviosas, tenia que regresar a clases tenia que volver a su lugar.

Ya podía escuchar a la voz furica de aquel rostro de ojos claros negándole la entrada, sentenciándolo a no entrar a su clase.

Parado frente al migitorio, la frente humeda y las manos entrando en una temblorina cada vez mas frenetica.

Había comenzado a “zumbar”

Sin darse cuenta siguió desbaratando mas y mas aquel adorno metalico, aquel innecesario y superfluo pedazo de metal que unia el cinto de piel con la hebilla.

Una pregunta interminable, repetitiva se formo en su mente.

Porque no puedo armarlo?

Las manos temblorosas, cada vez mas temblorosas, la imcomprension lo hizo su victima, la desesperación se burlaba de el.

Entonces dijo una frase: Mama, porque no puedo armarlo?



Maaa aaa mmaa!

Se fue.
Se enciclo.
El miedo?
Su mente débil?
Aquel rostro de los ojos de fuego?


Dos mujercitas y una madre procuran cuidarlo.
Con la temblorina le vino una tratamudez extraña, las palabras le suenan como las de un niño grandote.

Perdió todo sentido del tiempo, perdió las capacidades mas básicas. Es como si hubiera regresado en el tiempo hasta su niñez, mas alla de su niñez.

El cuidarlo se ha vuelto casi rutinario pero no frio. El esta perdido en algún lugar de su mente y ellas lo saben. La madre lo intuye. Lo espera, sabe que el esta luchando por regresar, por momentos parece que el asomara, parece que intentara renunciar a aquella declaración de inutilidad.

Llora mucho, siempre esta lloroso.

Lo vi pararse temboroso, los ojos llenos de llanto. Lo vi caminar hacia la puerta, sus hermanas y madre tras el. Ayudándolo a sostenerse, ayudándolo a dar aquellos pasos timidos.

Maaa aaa maa ¡ ayudame a regresar ¡

Aquellas palabras, tuvieron el poder de poner mi piel de gallina.

Aquellas palabras golpearon mi mente y mi corazón mientras una frase se formaba dentro de mi ser: “los caminos de la mente son incomprensibles, mas el amor es capaz de curar cualquier enfermedad”.

El diriguia sus pasos rumbo a la calle y en su camino pudo ver mi vieja bicicleta arrumbada hacia tiempo y cuya llanta estaba sin aire. La señalo y comenzó a berrear por ella, igual que un niño caprichoso, señalándola con los dedos, pidiendo que se la dieran.

Por un momento sentí mis propios temores pero al mismo tiempo vislumbre una posibilidad.

Sin mas busque la bomba de aire y comence a llenar aquella llanta.

…había comenzado a recordar.
se recordo enfermo, se recordó en el tiempo y para atrás, hasta que recordó a la mujer que amenazaba un año de su vida.

Por fin estaba regresando, por fin estaba enfrentando sus miedos. Unos miedos nacidos el dia que vio aquellos ojos de fuego.

Yo volvia recordarlo, caminando apoyado por sus hermanas y su madre…la frase..la frase dentro de mi,
“El amor lo puede todo”.

En algún lugar del tiempo y del espacio, igual se perdió nuestra especie.

Hoy me he despertado, en esta madrugada, con los ojos llenos de lagrimas, que en el sueño se atrevieron a salir desde la inconciencia para decirme: el amor lo puede todo.

Soy un milagro vivo ¡
Somos una especie que aun esta a tiempo.

Puerto Vallarta, Jalisco a viernes 16 de febrero del 2012, 6:18 a.m.

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