Jorge Chicati Copyright

martes, 15 de abril de 2014

Aprendiz de pescador.



Lunes 14 de abril del 2014.
Fraccionamiento Mar de puerto nuevo 1, Ejido primo Tapia, playas de Rosarito, B.C.; México.

Aun lado del Océano Pacifico. Disque.

En este terreno desierto, frente a la piedra solitaria del mar, conocida como Sugar point. Al sur del cerro Coronel.

Hace unos momentos debe de haber pasado el eclipse de luna. No lo vi, no sabía ni investigue la hora, faltan cuarenta y tres minutos para que se cumplan otras 24 horas, de este solo por hoy. El día no termina hasta que termina.

A las 4:40 am. Sonó el celular.
-Compita! Vámonos a pescar! Lo veo en el terreno del Tacua.
-Híjoles! Voy a ir a marea con El Pecas, no puedo.
- Orales! Pos hágame un paro, bájeme la carnada y me la deja ahí, en algún clavo de la pared del puesto de Doña Edith.
-Ánimo! Ahí se la dejo. Voy a bajar a las 5:30 o 5:45. Va que va.
-Ya está compita. Yo ahí paso a recogerla.

Termino la llamada. Mi compañera también había despertado. Aun tenía 20 minutos para dormir antes de que sonara la alarma. Nos abrazamos y nos volvimos a sentir, al menos yo puedo recordar que sentí su calor tocando mi piel. Tal vez volvería a dormirme y en algún momento, me perdería en los caminos del sueño y…tantos y’s.

Sentí su vientre con mi mano, ahí esta otra angelito creciendo, ahora será la shunquita, la más pequeña.
Todos algún día fuimos los más pequeños.

Siempre espero hasta que siento que se mueve. Es como si con el calor de mi mano le pudiera trasmitir el mensaje que anuncia mi presencia. Puedo sentirlas a las dos. Están ahí, en mi presente más cercano.

Suena la alarma!
Cómo? Si apenas son las 4:40 am.
Híjoles! Ella se levanta y me dice que puso la alarma un poco antes para que le dé tiempo a prepararme unos burritos de chorizo oaxaqueño y papas.

Bueno, pos a levantarnos. Las últimas veces no me ha alcanzado el tiempo para estar a tiempo cuando mis compas salen del puerto con destino al campito; ahí salimos con la panga.

Levantarse, sacar la carnada del congelador, ir al baño, echarle agua a la carnada para poder tomar solo la mitad de la marqueta que le compre al Briseño, hacer del baño, checar que todo este en la mochila de pesca, tomar café y un burrito que ella me prepara, volver a ir al baño, y salir.

Me pongo la mochila a la espalda, en una mano llevo mi caña de fondo, en la otra la carnada y una bolsa de basura que dejare en algún contenedor del puerto.

Mientras me despido de ella, sigo repasando que todo lo que voy a necesitar este en la mochila. Navaja, tabla con lija para sacar filo, un carrete extra de piola, plomadas, agua, anzuelos, pinzas, lonche…todo parece estar ahí.

-Aquí te vamos a esperar las dos.
Nos despedimos con un beso y su promesa me hace recordar mi preocupación de cómo iremos a salir hoy. El Sergio no va a ir hoy a marea, yo no sé remar y solo soy peso muerto en esas maniobras de la salida y del varar. Como le vamos hacer? El lugar de donde salimos siempre es peligroso.

Le doy la espalda a mi cuero y comienzo a caminar en dirección a la veredita del terreno baldío frente a la casa. No hay tuzas, aun duermen. Frente a mí y en el cielo, una luna color naranja, grande, rara; acercándose a su ocaso, muy cerca del mismo lugar por donde el sol desaparece todas las tardes.

Bajo la luna el oscuro y brillante mar en el cual, el reflejo de la luna se extiende largo y ancho.

Con la mano hago la señal de la cruz, toco mi frente, mi pecho, mi hombro izquierdo, mi hombro derecho y por último beso la señal en mi mano. Mis pensamientos y emociones, se normalizan, vuelven a la calma, todo lo que pase se lo dejo al jefe. Voy con su permiso, con su bendición. Ya antes he platicado con él mientras estoy sentado en el baño. Le pido que nos dé, que ponga buenos peces en nuestros anzuelos. Que sea su voluntad y su abundancia, nuestra bendición.

Cruzo la barda del fraccionamiento y me encuentro en la pista, ya hay transito y hay que estar trucha, Salí de casa a las 5:40 am.

Cruzar la pista, cruzar La cuatro carriles o La libre y pasar bajo los rojos arcos de la entrada de puerto nuevo.

-Ya te vi! No te hagas!

Es El Burras, un compa que sin conocer a Cesar Millán, pos aprendió o se convirtió en el jefe de la manada. Solo que El Burras es más cabrón; este traía entre su manada de perros: un gato. A dónde va El Burras, ahí va el montón de perros y antes también andaba el gato con ellos, ahí mezclado entre todos los perros. Cabrón! Todo un personaje mi compa Burras, debo decir que la vara que llevo a marea el me la rolo, me la fui ganando con los paros que le hago a veces.

Paro con paro, así es entre compas.

Ahí vamos cotorreando, mientras el saca de entre la manga de su camisa y su hombro, una pequeña botella de tonáyan.

Un poco antes de llegar a la casa de mi compa pescador, se despide pues se encuentra a un velador que esta barriendo la calle. Desde que dimos vuelta a la cuadra vimos luces en la cochera de mi compa, se escucha también el sonido de su troca.


Le hago señas para que me espere donde está y no venga hacia mí.

-Buenos días chicati!
-Buenos días pecas! Aguántame tantito, tengo que dejarle una carnada a Briseño. Me dijo que la dejara colgada en algún clavo de la pared del puesto de Doña Edith.

Voy busco un lugar donde no quede muy a la vista ni tampoco tan escondida y ahí la cuelgo.

-Se la van a pelar!
-No creo, le marque un poco antes de salir y me dijo que ya venía en camino, ahorita la recoge.

Salgo de la cochera y unas luces azulosas, me dicen que ahí viene mi compa Briseño. Me regreso por la bolsa de carnada. Se la entrego, se saludan los compas y vámonos!

El Briseño hoy va a pescar en la orilla, a veces también se va a marea, a la pesca de fondo.

-Echaste lo anzuelos nuevos! Le pregunto
-Simón, ahí vienen en la guantera, sácalos, también vienen unos más grandes que compro el Sergio.
-Ánimo!

Ahí vamos, por la carretera, rumbo al sur, pasamos primo Tapia, los arenales, y llegamos al campito. Una llanta del remolque esta ponchada, él pecas ya se la sabe, saca su bomba de mano, la infla, aseguramos el remolque a la troca y allá vamos.

A las nueve y media, a según leí en la tabla de marea, estaría la pleamar, o sea la marea alta, ya hasta arriba. Apenas pasan de las seis, ya clareo el día.

El mar está tranquilo, no hay olas altas, no se ve tan peligroso como otras veces. Bajamos la panga. Cuando apenas la mitad toca el agua, me dice mi compa que me suba. Aun no tengo botas de hule, voy en unos zapatos viejos que me han servido un chingo y eso que hace años me los regalo mi carnalito allá en Oaxaca. Son buenos, son Caterpillar que importa que no se vean bonitos.

El Pecas, espera una ola y empuja la panga, yo voy sentado volteando a tierra. Creo que es para que no vea las olas y no sienta miedo. Con agua altita y mi compa brinca a la panga, toma los remos y empuja hacia aguas más profundas, en un lugar donde ya puede bajar el motor y prenderlo. Al segundo intento arranca el motor, lo acelera varias veces para que se caliente mientras va checando el set de olas y salimos bien de aquel muelle o escollera natural formada por rocas que no pusieron los hombres.

El viento está fresco, no hace frio, veo el agua y puedo ver lo que algunos llaman glass, o sea un mar espejo, sin casi oleaje creado por el viento. Apenas avanzamos 200 o 300 metros cuando lanzo una exclamación: los anzuelos! No los echamos.

De volada mi compa se va una vuelta policiaca y ahí vamos para atrás. Se  acerca a la orilla donde esta hondo y yo puedo brincar a tierra, corro a la troca y me traigo los anzuelos.

Todo es adrenalina!

Hasta cometer errores por falta de atención. La panga está pegada a las rocas con el motor encendido. Pego el brinco y allá vamos de nuevo.

El pronóstico del tiempo, anunciaba viento a partir de las ocho de la mañana, a las once seria más intenso con rachas hasta de 48 kilómetros por hora.

Teníamos que ganarle al tiempo y al viento. El pronóstico de 29 grados C. no era problema, ni aun el viento.

Cuando la panga está en marcha, solo voy disfrutando del viento frio que me hace sentir vivo. Con la cintura he aprendido a equilibrar mi cuerpo, pero no por eso dejo de ir agarrado fuerte a la tabla que me sirve de asiento. De vez en vez ajusto la gorra a la cabeza para que no salga volando, mientras mi vista no deja de estar al pendiente de alguna boya que nos indique el punto que marca el lugar a donde vamos.

Aseguramos la panga a una de las boyas de una red de mi compa y comienza la pesca!

Pasar la piola por las guías de la vara, poner la plomada, anzuelos y carnada y solo dejar caer la piola por la borda de la panga.

De carnada traemos calamar. No hay falla con el calamar chico. Ese levanta de todo. Los primeros lances son de mucha suerte. De volada caen los primeros pescados, viene de dos y tres en cada tiro. Hoy El pecas se voló la barda con cinco lances en los que saco los cuatro anzuelos con pescado, también sacó el rojo más grande y pos yo sigo aprendiendo.

Rokot, payasos, payasos mecánicos, mugrosos, escorpiones (lupones), cabrillas, rojos, naranjas. 

Estábamos bien entrados en la pesca, cuando se escucho el alboroto de las gaviotas.

-Pinche lobo! Se está chingando un pescado grande, lo ha de haber sacado de la red. Creo que es un bacalao el que se está comiendo, y esta grande!

Me señala y busco, pero a duras penas alcance a distinguir al lobo rodeado de gaviotas que esperan ganarle con algo.

Aquí hay muchos lobos marinos, ya están bien acostumbrados a llegar y agarrar el pescado de las redes. Cuando llegan los pescadores a levantar las redes, a veces solo hay puras cabezas, lo demás ya sabemos quién se lo comió.

Bueno pos el hecho de escuchar la palabra bacalao, me hizo recordar que desde hace días le prometí a la rastita, un bacalao para hacer seviche. Me acorde y se lo pedí al jefito.

-Ándale! Bendíceme con un bacalao, nunca he sacado uno, ándale! Haz el paro.

A las ocho de la mañana comenzó el viento, se acabo el glass y comenzó el maruyo.

El baile en la panga  se puso más bueno cuando el maruyo trajo olas más grandes. Parecía que reventarían a medio mar. Los cerros de agua eran grandes. Subir y bajar y estar trucha para no caer al agua.

No importa el maruyo, mientras la hielera se va llenando con los medianos y los grandes.
En el fondo de la panga estuvieron los llamados llaveros o tragalines, los pescados más chicos. No se pueden devolver al mar, son de fondo y al subirlos se descompresionan y devolverlos es por demás, ya no la arman. Al final llenamos una cubeta con ellos.


Fue una marea más o menos. Levantamos 50 kilos de pescado, sin contar el rojo grande que saco mi compa y un bacalao que el jefito me regalo, fue el único que salió.

He de parecer loquito, digo, pues cada que le quito el anzuelo a los pescados, les hablo, les digo que mueran bien, que me perdonen por lastimarlos. Ni modo, así me siento bien.

Hoy trono su carrete de mi compa, tal vez hubiéramos podido sacar más pescado, pero él hubiera no existe.

Con el maruyo, el regreso fue de mojarse y brincar muchas olas. A veces duele ahí donde algún día estuvieron las nalgas, los chingadazos al caer la panga después de brincar una ola, pos son fuertes. La mojada, me hace sonreír, me recuerda que estoy vivo.
Varamos en la playita de El campito. Subimos la panga al remolque, las cosas a la camioneta y ahí vamos a la parte más gacha de la pesca. A buscar al comprador en Popotla, un lugar donde hay algo así como una especie de mercadito de pescados y mariscos.

Son las dos y media de la tarde. Hoy regresamos temprano.

Si es difícil pescar, más difícil y batalloso es vender el pescado. A veces hay que venderlo muy barato y hasta fiado con tal de que lo agarren. Ni modo. Así es esto.

No sé porque, pero esto de andar pescando me apasiona. Desde niño, soñaba con irme de pavo en algún barco camaronero, nunca se me hizo. Hoy sigo siendo el estorbante y el raitero en la panga de mi compa. Como sea ahí la llevo en otra más de mis pato aventuras.

Por cierto. La próxima marea, ya llevare mi chaleco salvavidas, hoy me regalo uno mi compa El Pecas. Espero nunca tener usarlo aunque lo traiga puesto, la gente en estas aguas, no muere por que no sepan nadar, mueren de hipotermia, el agua está muy helada, esa es la bronca. Dios guarde!

Pos´ así mi día, no me gusta pero hasta una lanita me ha estado tocando de la venta del producto. Se agradece aunque no era la idea, yo solo quería ir a pescar en panga, me late un chingo!

Hoy preparamos seviche y a la rastita le tocaron algunas almejas que se me pegaron en Popotla. Las pague, no sean mal pensados.


Hoy es un buen día y fue de mucho provecho, aun con todo y el cansancio, la deshidratada y el que de pronto ande todo turulato de las piernas, pues a veces siento que el piso se mueve. Como si aun anduviera en la panga.

Hoy es un buen día!
-Regresaron, dijo ella.

En lo que hacía el seviche, llego el Briseño y se puso a reparar los carretes de Pecas. Tal vez sirvan para algunas idas con no mucha carilla, uno de los engranes se abrió y ya está quebrado pero sigue funcionando. Me prestó un carrete chilo para la próxima ida que será el día miércoles, pues mañana les toca ir a la jaiba y yo solo voy cuando van a pescar con caña.

-Están listos niños?
-Si capitán, estamos listos!


Cada día se aprende algo nuevo, ahora ya sé por dónde y hasta donde es más fácil abrir los carretes de fondo para alivianarlos, mínimo para darles una engrasadita por dentro, digo, al menos en teoría ya se.

Tiempo de dormir. Mañana hay que hacer otras cosas y disfrutar de un nuevo día, si el jefito me lo concede.

La vida es hoy y solo es una.

“…soy pescador, vivo en el mar, ando en busca de un amor que no lo puedo olvidar. Soy pescador, vivo en el mar...”

“…Alegres o tristes, salen de Ensenada, los barcos pesqueros que van alta mar…”

Buenas noches México honesto, donde quiera que te encuentres.

2:00 am. 15 de abril del 2014.

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