Jorge Chicati Copyright

domingo, 22 de junio de 2014

Carta a mi hija



Lunes 16 de junio del 2014.
4:58 am.



Carta a mi hija.

Buenos días Ámbar!

Aquí aun esta oscuro, los autos pasan por la pista cada vez mas seguido. Son las personas que viajan moviéndose temprano. Algunos van para el otro lado, algunos van al sur por la baja o al sur por sonora.

Algunos se despiertan temprano por gusto y con gusto, otros de mal gusto y renegando, pero ahí van, con las luces de sus autos encendidas y truchas! Muy truchas porque en la pista no puede haber descuidos, la vida misma o de otros depende de quién maneja.


Gracias por qué abres tu corazón aunque sea en el facebook, gracias por decir lo que sientes. Gracias de verdad.

Me sentí mal y soy responsable por eso, fue mi decisión pues siempre he querido que todos crean que soy buenito, que soy la mejor persona del mundo y no un pinche cobarde que abandono a su hija y que no la ha visto por quince años. Un pedazo o remedo de hombre que no supo tomar su papel en la vida.

Se me movieron las emociones y no quise contestar ni comentar lo que me compartiste. No es bueno –a según me dijeron- responder cuando se tiene la mente caliente y yo no solo tenía la mente caliente, sino la cara también.


Hoy me levanto y ando buscando en la compu algunos escritos que están dirigidos a ti, solo encuentro uno pero no es lo que hoy te quiero decir.

Para empezar, no quiero responderte de manera tal que te saque de onda, no! Eso no ayuda para nada. Tampoco quiero darte la razón ni quitártela o  llenarte con mis excusas, no.


Hoy quiero devolverte algo que te falta, algo que tú crees que yo te quite: tu felicidad.

Te voy hablar de mí y espero que en el correr de mis palabras la encuentres. No voy hablar de ti, ni de nadie, solo de mí aun cuando tal vez mencione a algunas personas.

Soy Jorge, y mi historia es igual que otra cualquiera; un montón de hechos o eventos donde las emociones me llevan por los caminos del sufrimiento y la felicidad,  por lugares y personas increíblemente horribles o maravillosas, por escuelas rudas o escuelas suaves. La vida solo pasa y yo soy actor y testigo de la mía.

Nací en Sinaloa, hijo de un oaxaqueño y una mujer de Colima.
Ella güera de ojos de color y el prieto. Tengo cinco hermanos que nacieron todos en diferentes estados de la republica, bueno, chayo y cuitla son del mismo lugar.

Sabes? Yo no aceptaba a mi padre ni a mi madre, no me gustaban. Mi madre era muy pegalona, se enojaba mucho y nos daba con ganas. Mi padre era todo lo contrario, no nos pegaba pero eso no es lo que no me gustaba de él; era moreno, pobre y no sabía leer ni escribir aunque esto lo supe mucho después.

Muchas veces me descubrí preguntándome: porque mi madre se caso con este señor? Porque no busco alguien con dinero? Alguien con otro color?

Mis problemas existenciales apenas comenzaban. A los seis años conocí el trabajo: íbamos en la primaria y ya cargaba un costal en el que iba guardando las botellas que comprábamos en las casas. Botellas de vidrio que vendíamos en las fábricas caseras de cloro y salsa.

Eso, y lavar botellas fue de mis primeros trabajos. No me gustaba para ni madres! Mientras lavaba las botellas mis pensamientos seguían haciendo crecer mi odio por ese señor que no me gustaba, por esa señora tonta que se caso con un pobre que no tenía dinero y que además era prieto por lo cual yo creía que mis primos (todos güeros) no nos querían.

Primero, segundo y tercer año de primaria fueron así. Mi padre no estaba la mayor parte del tiempo, siempre andaba viajando, trabajando fuera de Colima.
Cuando regresaba de viaje nos compraba huaraches de llanta y de correas de piel, de esos que rechinan mucho al caminar. Yo casi no recuerdo muchas cosas de esa etapa de mi vida, solo que éramos los arrimados en la casa de mi abuelo Aurelio, un señor de ojos muy muy azules que les decía a mis primas que eran muy bonitas y a mi hermana que era muy fea, que por eso la iba a regalar. Tal vez lo decía de broma pero ahí siguen sus palabras en los recuerdos de mi carnalita la mayor, que nos defendía con todo y contra todos.

Íbamos de casa en casa, de lugar en lugar. Casi no teníamos ropa y mayormente andábamos en trusa y sin camisa.

Como odie ser pobre y jodido. Como envidie a los demás porque tenían lo que yo no tenía.

Nos fuimos a Jalisco, y allá muchas cosas no cambiaron, las incomodidades seguían pues yo eso era lo que quería ver.

No había baño en la casa y hacer del baño era correr al monte, buscar algún lugar donde nadie me viera, esconderse de la vista de los demás, cortar una ramita para espantar a los zancudos y buscar algunas hojas verdes, grandes y que no picaran para limpiarse cuando terminaba.

El agua había que acarrearla del rio. Apenas tenía ocho años, pero ya me cargaba mi “burro” con dos cubetas de agua. Mi carnalito, también se cargaba su burro y ahí veníamos tratando de que no se cayera el agua para que costeara el viaje. El burro era un palo de madera al que le cuelgas dos mecates y en sus puntas amarras las cubetas. El palo va sobre los hombros y con las manos se toman las cubetas para mantener el equilibrio.

Pinche vida tan culera! Mientras los demás niños se la pasaban jugando, yo siempre andaba trabajando.

En la escuela no tenía amigos y los niños se reían de la forma en que hablaba, de mi acento y mis regionalismos. Yo sentía que no me querían, la escuela era de puros niños, las niñas iban a una escuela para puras niñas.
Los castigos físicos aun existían y no podía hacer nada contra la autoridad de los maestros. Solo extendía las manos y esperaba que pronto pasara el dolor que producía aquella vara de pino  que el profe dejaba caer con fuerza sobre las palmas. Mi mayor miedo era que me hincaran en el patio con los brazos extendidos y cargando algún pedazo de ladrillo en las manos.

Al salir de la escuela llegaba a la casa y no había tele, en aquellos pueblos pocas personas tenían tele, y las que había eran en blanco y negro. Moscos y zancudos por todos lados, siempre batallando con eso. El piso de la casa era de tierra.

El trabajo seguía en las tardes. Mi madre preparaba galletas o pasteles cuyo merengue era muy duro, casi tostado y nos mandaba a vender.

Había que venderlo. Había que caminar cargando una palangana de plástico en el hombro y andar ofreciendo el pan.

Pinche vergüenza!

Los niños arremedaban la posición de nuestro brazo en la cintura y la palangana en el hombro y con voz de putito decían: ay  pan de pastel!

Yo seguía creciendo mi resentimiento contra la vida. Había muchas cosas bonitas que ver, pero no las vi por luchar contra lo que no me gustaba.

Volvimos a Colima y de ahí a Oaxaca.

Buenos días vale! Era la expresión más decente que yo conocía y así lo era, pero en Salina Cruz, Oaxaca, eso era motivo de burla, nadie entendía que quería decir vale.

Ahí la palabra era verga.
Quiubo verga!  
Mira este verga, que paso verga, vete a la verga!

Para todo esa fea palabra, los niños de la escuela y los adultos tenían otro lenguaje y otro acento muy distinto al que estábamos acostumbrados. Algunas veces hubo que defenderse y pelear, siempre perdí, no sabía pelear.

Santísima madre de Guadalupe! A donde habíamos caído?
Un fuerte viento nos llenaba los ojos de tierra y polvo, era difícil caminar con ese viento que tardaba días y días.

Vivíamos en un cerro, en un cuartito donde dormíamos todos alineados como siempre habíamos dormido. Apenas tenía once años y mi corazón seguía llenándose y llenándose de resentimientos y odio a todo el mundo.

Ya teníamos tele! Ya no teníamos que ir a la casa de los vecinos a asomarnos por la ventana a mirar la tele.

Nada es perfecto, el aire movía la antena y pos casi no se veía. A veces solo se escuchaba y nos quedamos frente a ella tratando de adivinar alguna figura entre todas esas rayas y puntos en blanco y negro.

Además no se veía el canal 2, solo el 13 y ese tal Jorge Saldaña me caiga gordo.

A poco crees que ya no trabajába?

Once años, ya podíamos cargar más. Nos íbamos con mi padre a los basureros, a los arroyos, o de casa en casa y juntábamos botellas de vidrio, que pesaban mucho pero que teníamos que llevar a la casa, para luego lavarlas y llenarlas de cloro que mi padre y madre preparaban. Les pegábamos la etiqueta y todo listo para salir a vender.

El nombre también era motivo de burla: la chinita Colimota!

Y ahí en el istmo, la gente si es carrilluda. Esos colimotes! Los hijos de la clorera.

Nada de jugar, cargábamos nuestras cajas que también habíamos tenido que ir a levantar entre la basura y después a subir y bajar cerros, pues Salina Cruz son puros cerros.

Señora! No va a comprar cloro?

Ahí vamos de casa en casa, cuidándonos de los perros, con 24 botellas de vidrio y cloro dentro de una caja de cartón, que cargábamos en el hombro perdiéndonos los juegos y los programas de televisión, sin faltar por supuesto, de las burlas de los conocidos.

Como odie a mi padre y a mi madre.

Nada mas eso vendiste?
Y para que te regresaste?

Comer frijoles y huevos todos los días. Nuestro negocio trono y pos hubo que buscarle por otro lado.

Volvimos a los pasteles, al pan de pastel.


Porque lo mataron? Por puto! Pan de pastel! pan de pastel!

Recuerdo bien el chiste, todo mundo nos lo contaba.
Decían que había una persona tirada en la calley que llegaba uno con voz de puto ofreciendo pan de pastel, así con mano sobre la cintura y preguntaba: porque lo mataron? Por puto le decían. Entonces el preguntón se alejaba gritando y con voz muy ronca PAN DE PASTEL! PAN
DE PASTEL!


Después aprenderíamos a ir a fayuquear o talonear o pedir que nos regalaran pescados en el muelle.

Éramos como pequeños delincuentes, pues para empezar entrabamos de contrabando y por un hoyo a esa zona.

También era cansado y peligroso andar brincando de barco en barco, mientras se movían al ritmo del agua o el viento. Algunas veces nos íbamos, sin desayunar pues había que llegar temprano a las descargas si se quería traer algo de pescado a la casa.

Solo nos llevábamos unos limones y sal. Ya estando allá, pos nos robábamos unos camarones grandes, con dos o tres ya se hacía algo, los cortábamos por el lomo, les quitábamos la caca y les poníamos limón y sal y ahí los traíamos en la mano hasta que creíamos que ya se podían comer. Así matábamos el hambre, así estábamos aprendiendo a vivir.

Yo tenía once o doce año y mi carnalito dos menos que yo. el me cuidaba a mí y yo lo cuidaba a él, a según, yo creo que dios nos cuido siempre a los dos.

Muchas veces cuando me peleaba con mi mama, yo sacaba todo mi odio y le gritaba: yo no te pedí nacer!
Muchas veces yo quise morir o matar a mi padre pues en mi cabeza aun no había calma, aun no podía ver el lado bueno de la vida. Solo veía sufrimiento y un rechazo de los morros de mi edad, no se diga de las muchachas, sentía que había mucha distancia entre unos y otros.

Cuantas veces pensé: porque no nací en esta familia que si tiene todo? porque no fui güero y con ojos de color como mi madre?

A los trece años comencé a trabajar en refinería, de oficce boy, de barrendero y mandadero con unos ingenieros y entonces ya pude comprarme algunas cosas, como ropa y una grabadora de segunda mano que me robaron a las pocas semanas.
Yo creía que la felicidad estaba en las cosas materiales. Mucho tiempo después, pero mucho tiempo después, comprendería que la felicidad no estaba ahí o más bien si estaba pero no la supe ver.

Nunca deje de trabajar y eso no me hace un niño explotado o un pobre niño sufrido.

Pero…

Donde estaba mi felicidad?

Ya ganaba dinero, ya podría comprar muchas cosas y compre cigarros y después cerveza.
Seguiría mi camino de rebelde y desafiante hasta destruir mi carrera faltándome dos años para terminarla. Nunca fui de los maletas en la escuela, siempre fui de los primeros y con las mejores calificaciones.
Soberbio, resentido y fracasado me fui por el mal camino y comencé mi vida de delincuente. De cárcel en cárcel hasta llegar a la última y ser sentenciado a treinta años de prisión, corrí con suerte y en la apelación me dieron por compurgada la sentencia. Así que salí a los cuatro años y seis meses.

Estar ahí no fue nada fácil, los inframundos están llenos de malas experiencias y pensamientos muy densos. Tal vez eso freno un poco my descenso.


Me volví artesano, seguí viajando y seguí mi vida de rebelde pues no escuchaba a quienes decían que las drogas y el alcohol  eran malos consejeros. Deje las drogas y pensé que como el alcohol era legal, pos este no me haría daño.

Soberbio e ingobernable, no escuchaba consejos y seguía haciendo daño a los que yo decía mas querer.

Murió mi madre de cáncer y se fue cargando la culpa de un hijo al que no pudo ver bien, viviendo bien y feliz.

Extraño a esa señora que tanto odie, extraño sus consejos, sus sabias palabras y aun sus regaños pero hoy es tarde, hoy ya no está para decirle que lo siento mucho, que me perdone por no escucharla, que le debo las gracias porque nunca me falto casa, comida y ropa. Tanto que decir, un simple: te quiero mama, hubieran sido suficientes.

En alcohólicos anónimos aprendí que no hay culpables, que las cosas solo son como son, que cada uno es responsable de su mundo de ideas y de emociones, que las emociones que no se fluyen siguen ahí envenenando todo lo que hago, que si no me quiero yo mismo no puedo querer a los demás, que el pasado ya paso, que el futuro aun no llega y que solo tengo el hoy y lo que soy.

Cuando veo para atrás, ahora puedo ver las cosas chidas, las cosas bonitas que mi sufrimiento y resentimientos no me dejaron ver. Veo a un niño ayudando a su familia, veo a unos padres que con todas sus carencias, nos dieron lo mejor de ellos. Veo más ventajas que desventajas, pues dicen y así lo creo, que el sufrimiento es la piedra angular del crecimiento. Y de aquel niño explotado surgió un guerrero creativo y fantasioso cuyas manos hábiles hacen de la basura bellas obras de arte.


Ya no puedo cambiar el pasado pero si puedo cambiar el presente, mi manera de ver la vida.

Me pongo los lente del jefito, de dios y todo se lo dejo a él; hágase tu voluntad y no la mía. Su plan es perfecto, como quiera que sea. Nunca me manda nada que no pueda soportar ni nunca me ha dejado sin un techo y comida.

Hoy le doy gracias por lo bueno y por lo malo. Porque se que todo sirve en la vida, que nada esta de mas. 

Aun mas, cuando veo la historia de la humanidad o el presente en otras culturas, me doy cuenta que tengo un mejor mundo que muchos, que mi sufrimiento es nada comparado con el que otros han pasado o están pasando, que solo es mi mundito de ideas y mi soberbia las que me hacen creer que soy la victima mas sufrida, que soy lo más importante del mundo y que no tengo porque pasar lo que estoy pasando.

Algunas veces cuando ya no aguanto las cosas, entonces recuerdo a esa señora a la que todos decían doña Mary, sentada a mi lado con todas sus dolencia y con el pelo cayéndosele a causa del cáncer, señora a la que ya ni siquiera se le podía abrazar pues le dolía el contacto a causa de la quimioterapia, pero que aun con todo, intentaba darme para arriba: “nunca esta más oscuro que cuando ya va amanecer”, así me decía cuando me veía llorando en mis borracheras, en mis arranques de rebeldía.

Hoy ya amaneció pero cada día tiene su noche y vuelve a oscurecer.
 
“La felicidad es un camino, no una meta”.

He aprendido que los cuentos con final feliz son una mentira, que nadie es feliz para siempre. Que la felicidad consiste en cada día y cada momento que sea necesario, trabajar en ello.
Que la basurita de la mente y el corazón se sacan todos los días. Igual que se hace en la casa.

Que dios nos dio todas las herramientas para ser felices y allegarnos lo necesario o más que eso para estar bien. Que nos dio inteligencia y un corazón que es como una bodega donde podemos llenarnos de emociones negativas o positivas. De que llenar el corazón es decisión es de cada uno.

Aun los que no nacen completos, tienen todas las herramientas para sobresalir en la vida o para hundirse en ella.

Cada uno decide y, las decisiones son una responsabilidad propia, creo que por eso no hay culpables por la felicidad o infelicidad.

Imagina que dios te da un vehículo. Tiene todo y lo mismo que los demás vehículos. , tiene parabrisas, limpia parabrisas, motor, luces llantas, asientos, música, aire acondicionado, todo!

Y tú estas sentada al volante. Si hace frio pues prendes el calentón del auto, si en tu camino hay mucho polvo o agua pues echas andar el limpia parabrisas, si quieres escuchar música o radio pues aprietas un boto o giras una perilla. Si quieres ir a algún lugar solo lo conduces.

Eso se ve fácil y así es. Pero a veces no sucede así.

Le echamos la culpa al mundo, al auto y a todo lo que sea posible, pero no nos detenemos a pensar en la capacidad del conductor.

Ese soy yo; un tonto que tenia frio y en lugar de poner el clima en caliente, lo que hacía era que le ponía mas frio, si hacía calor pues hacia lo mismo, le subía al calor. Como cuando alguien peleaba conmigo, yo le respondía con mas pelea. Así, en lugar de solucionar el problema, lo hacía mas grande.

A veces el parabrisas se llenaba de cochinero y no podía ver y me quejaba de que no podía ver y chocaba y seguía quejándome, pero tonto de mí, no giraba la palanquita o la movía para hacer funcionar el limpia parabrisas, solo pegaba de gritos, protestaba y algunas veces llegue hasta a blasfemar.

Por la vida fui escuchando música, pos digamos por ejemplo, regeton, guacala de pollo! Esa música no me gusta, esa música esta re fea. Es muy simple la solución, quita ese disco o cámbiale de estación, así eran los consejos que me daban, pero yo montado en mi macho no quería hacerlo o no sabía cómo hacerlo o peor aún, no sabía que en mi auto solo yo podía hacer los cambios.

Aún más! A veces mi auto iba lento y otras veces muy rápido. Me detuvieron, me infraccionaron, tuve que pagar mordidas, a veces estuvieron a a punto de quitarme el auto o sea mi vida y todo por no conducir como es correcto, tal como se debe manejar de forma segura. Mi forma de conducir era la del típico desafiante.


En la vida, el conductor soy yo y el auto son: mi cuerpo, mi mente, y mi espíritu. El cuerpo pos es la carrocería del auto y pos ya la traigo media dañada de tantos golpes que le di tratando de conducir sin saber hacerlo. De la mente pos no se qué parte sea del auto pos pior, tanto alcohol, tantas drogas y pos dicen que solo me quedaron dos neuronas: la loca y la pendeja, ahorita no se con cuál de ellas estoy escribiendo. De mi espíritu…tengo la esperanza del perdón, hice mucho daño en el camino, tanto daño que hasta te alcance a dar tus golpes emocionales a ti. Pero aquí estoy, tratando con un curita y salivita, de aliviar algo de tu dolor.


Cuando se quiere, los dolores ajenos también nos duelen, no podemos quitarlos pero a veces un abrazo o en este caso, unas palabras, sirven de algo.

Yo no puedo devolverte la felicidad que crees que no tienes, pues la felicidad no la has perdido, solo no la encuentras, solo no sabes que tu eres el conductor de tu vida y que aun con todo el sufrimiento del mundo hay quienes se han levantado y le siguen sonriendo a la vida; LA FELICIDAD ESTA DENTRO DE TI, TU LA CREAS.

Aliviánate, deja de hacerte la víctima, para de sufrir -me decían- y yo no entendía.

 Aun recuerdo  la técnica de mi madre cuando andaba de chaman. Se iba al mercado, compraba unas yerbas frescas y olorosas llamadas albacar, huevos de gallina de rancho y animo! Agárrense. Se ponía alcohol en la boca y nos rociaba con el en el cuerpo mientras oraba y nos iba golpeando con las olorosas ramas. Las pasaba por la espalda, por los brazos, la cabeza, todo el cuerpo y de vez en ves se llevaba el frasco de alcohol a la boca, la llenaba y nos volvía rociar.
Sal de ahí cobarde!
Sal de ahí cobarde!

Era como si llamara al ser dentro de nosotros a enfrentarse a la vida, a no enfermarse, a echarle para adelante.
Sal de ahí cobarde!

Después nos iba pasando el huevo de gallina por todo el cuerpo, ese servía –a según- para recoger los males de ojo, la mala vibra, la enfermedad. Al final lo rompía y lo dejaba caer dentro de un vaso con agua, buscaba manchas o señales de algo raro y nos decía que la enfermedad ya había salido.  Las ramas usadas en la limpia se tiraban en algún cruce de camino para que no hicieran daño a nadie.
Esto que te cuento, es como para que veas el mundo de ideas que tenemos cada uno y que un padre o una madre hacen lo que sea con tal de ver bien a sus hijos.

Hoy me gustaría que esa señora me diera una mi rameada y que me pegara fuerte y me dijera:

Sal de ahí cobarde! Sal de ahí cobarde!


O que te la de a ti y que te diga:
Sal de ahí cobarde! Sal de ahí cobarde!

Aunque sea para que te rías y sientas ese cariño que hoy extraño de ella, que aun con todo, era lo mejor que yo tenía y no supe valorar o para que salgas de ese hoyo donde estas, ese hoyo existencial o emocional que te hace sufrir, que te hace creer que la falta física mía es la causa de tu sufrimiento.

Tienes todo para hacerla en la vida, tienes tele a colores, internet, teléfono, papel sanitario, agua en tu casa, auto, casa comida y una mama que te quiere.

Eres un ser con todas  y las mismas oportunidades que los demás para ser feliz. Evítate todo el sufrimiento que yo tuve que pasar a causa de mi ceguera. A causa de mi soberbia.

Las razones por las que me fui son muchas, pero como sea, se que fue lo mejor que pude haber hecho, de quedarme, tal vez te hubiera hecho más daño a causa de mi alcoholismo.

Yo tenía a mi padre al lado. A veces me le acercaba y le preguntaba si me quería y como respuesta, me daba una patada o me decía que no estuviera chingando. Tal vez era su forma de expresarse, tal vez el no sabía cómo decirnos que nos quería, lo que si estoy cierto es de que nunca nos falto nada y que siempre estuvo trabajando para dárnoslo todo. El éxito o fracaso no dependía de mis padres, dependía de cada uno pues hoy puedo ver a mis hermanos como unos profesionistas exitosos y con unas familias que igual que todas, tienen sus fiestas y sus problemas, sus lagrimas y sus risas; eso es la vida.

Yo no estoy junto a ti pero desde aquí te digo que te amo, que eres lo más importante en mi vida, que daría la vida misma si con ello pudiera darte la calma espiritual que necesitas.

Tal vez no sepa cómo hacerle para que tu estés bien, por eso no te digo como le hagas, solo te comparto mi experiencia, igual y de algo te sirva mi cochino ejemplo.

Te pido perdón por no estar a tu lado, por todos los abrazos, besos y cachetadas que no te he dado a causa de mi ausencia física.

Te agradezco la sinceridad de tus palabras y el que lo publicaras en el face, aunque esto no sirve nada más que para exhibir los problemas familiares y la calidad de persona que soy, gracias también por eso.

Sé que no soy buenito, solo soy lo que soy.

También te invito a que pienses en lo que se me ocurrió del auto, como metáfora para hablar de mi incapacidad de gobernarme a mí mismo. Ojala y tú puedas verte como conductora de tu vida y que seas una buena conductora para que un día enseñes a tus hijos a conducirse. Día que no está muy lejano, día en que me harás abuelo y entonces si les hare sus limpias con albacar y huevo a mis nietos.
Así mero para quitarles el mal de ojo para decirles que los quiero mientras los roció con alcohol y baba,  les doy sus ramazos y les digo:
sal de ahí cobarde! Sal de ahí cobarde! Enfréntate a la vida, agradécele a dios por lo más preciado que tienes: la vida.

En este carta o escrito o lo que sea, también pido perdón a mis padres por exigirles más de lo que podían darme y perdón sobre todo por no agradecerles todo y tanto que me dieron.

Solo por hoy aquí y ahora.

Jorge castellanos torres, el que aun sigue siendo un aprendiz de la vida.

Los autos siguen pasando por la pista, el sol ya esta alto y yo tengo sueño a causa de levantarme tan temprano.


Te quiero rana, si así quieres seguir pos así también te quiero.  Ha! Y felicidades porque ya fuiste aceptada en la prepa.

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